miércoles, 29 de septiembre de 2010

Y sobre las entradas, esta entrada.

No hay nada que me de más rabia que dejarme el archivador en clase con todos los apuntes y no poder hacer los deberes ni estudiar ni terminar un trabajo que precisamente hay que entregar mañana y que precisamente estaba por completar dentro de ese archivador. Y lo peor de todo es el sentimiento de laguna mental que tengo al no poder recordar qué fue lo último que hice con él...  esperemos que esté en su sitio.
Pero hoy no voy a escribir sobre mis desgracias puntuales, ya que cada uno tiene las suyas y son algo muy molesto, como para insistir en ello en un blog. Por eso he decidido que siempre que pueda, y a menos que no pueda evitarlo porque el caso lo exige, intentaré escribir sobre cosas agradables, sobre cosas curiosas o de cualquier clase, pero siempre algo que no sea desagradable de leer. Cierto es que yo me siento a escribir aquí las cosas que me inquietan y mi punto de vista, pero también es verdad que cuando me pongo a leer blogs no voy buscando que la gente escriba sus problemas, diciendo lo mal que está el mundo y lo infeliz que ha de ser uno..  bueno, un poquito sí, me gusta leer cosas pesimistas, pero llega un punto en el que la gente también busca algo de distracción, algo con lo que olvidar los problemas y cambiar de estado de ánimo, al menos de humor.
También pasa cuando vemos una película. A veces nos gustan de acción, o de esas de llorar al final, o algo dramático o que nos enseñe algo, ciencia ficción, intriga, películas en las que haya que comerse la cabeza, pero también existe un género útil para la distracción y el olvido de los problemas: la comedia. No es el único género que consigue esto, pero sí el que mejor lo hace. Posiblemente no aprendas nada cuando termine la película, pero te ha hecho reír y eso es lo importante. Cuando terminas de verla no tienes el mismo estado mental que cuando empezaste, y con un poco de suerte, habrás memorizado unos cuantos chascarrillos graciosos con los que reírte con tus amigos durante un par de semanas.
Se suponía que tampoco iba a hablar de géneros cinematográficos, aunque ya se me ha olvidado por completo lo que tenía pensado. Algún día me acordaré. Ya sé que es un poco incómodo leer tantas parrafadas que no dicen nada, tanto rollo sin un objetivo fijado desde el principio, ya lo sé, lo siento. Por lo menos estarás disfrutando un poco de mi banda sonora de Coldplay y Amaral, o eso espero.

Creo que iba a hablar del Bachillerato y de cómo veo el curso que se presenta junto con este otoño lleno de optimismo y un año que se ha llenado de resultados...  de lo que seguro no iba a hablar es del acontecimiento que está saturando esta semana los telediarios: la huelga general del 29 de septiembre. ¿Por qué? Porque he decidido no expresar si estoy a favor o en contra, no sólo de la huelga, sino de lo que conlleva precisamente el hecho de estar a favor o en contra. La ideología que se esconde detrás de los sindicalistas que la promueven, la que se esconde detrás de los opositores, los sistemas empleados por cada parte para conseguir sus objetivos, los medios utilizados, los fines fijados...   he decidido que nunca más (espero ser capaz de cumplirlo) hablaré de política ni de nada relacionado, a no ser que me pregunten, porque he descubierto que hay personas que no saben distinguir qué parte de uno es importante en cuanto a la política, y separarla de la propia persona como amigo o cualquier otro tipo de relación que se tenga con ella. No es por miedo a ser juzgado, sino por miedo a que mi vida personal o profesional se vea afectada a consecuencia de que alguien no sepa respetar o ignorar mis ideas (o las de cualquiera) a la hora de juzgarme con otros deberes (amistad, trabajo, etc.); algún día, no muy lejano, intentaré escribir sobre esto de forma imparcial, sin defender ni atacar a nadie, para expresar mi opinión sobre la inestabilidad política, ideológica y cultural que se viene viviendo en España desde hace ya algún tiempo, de sus causas, de sus consecuencias, de sus posibles soluciones y de cómo pueden existir diversas concepciones de esta realidad precisamente en función del modo de pensar que tenga cada persona que se pare a pensar en esto.
Y además de esa razón para no mostrar mi postura, existen otras, como, por ejemplo, que no tengo por qué tener adoptada una sola postura, ni tengo por qué estar siempre de acuerdo con un lado y en contra del otro, porque, como dije hace tiempo en una de mis entradas, "apuntarse a una ideología es lo peor que se puede hacer", en cualquier caso; y como último motivo, que la política lo contamina todo. Siempre te acabas implicando, aunque no quieras, igual que cuando ves un programa de prensa rosa, tipo Salsa Rosa, Sálvame, etc; ese tipo de programas que sólo sirven para generar audiencia gracias a la implicación de los espectadores en una serie de discusiones que, paradójicamente, ya están escritas en un guión, preparadas y estudiadas. Volviendo a esto de la política, eso es lo que digo, que no voy a mostrar preferencia (o al menos lo intentaré) como objetivo de mis entradas; intentaré expresar mis ideas, de lo que pueda estar bien o mal, como si fuera yo el inventor y el descubridor de lo que defiendo, sin que nadie me haya tenido que convencer con un color o con otro. El que quiera ver colores es porque los lleva en los ojos, pero intentaré escribir en blanco y negro, en gris, ya digo que de forma imparcial de cara al exterior, no sé si me explico bien. Demasiada retórica y ya estoy llegando al límite de lo que considero una entrada cómoda de leer, ya que esta entrada no es del todo significativa en lo que respecta al lector, a ti, sino que tiene que ver sólo conmigo y con el blog, ya que acabo de intentar explicar la forma en que pretendo que sean mis entradas a partir de ahora, aunque tampoco puedo garantizar nada, porque no conozco el futuro y alomejor me arrepiento de lo que estoy escribiendo.
De ahí, ahora, redundar precisamente que soy consciente completamente de todo cuando escribo; de si estoy expresándome en algo personal, en algo que puede implicar al lector, o no, en algo que defiende una ideología que el lector podría no compartir, en algo interesante, algo aburrido, como en este caso, pero que no puedo dejar sin publicar, la forma en que lo escribo, si es muy monótono, si soy muy pedante con las retóricas y las figuras literarias, aunque no las suelo utilizar, si me estoy perdiendo en un mar de ideas desordenadas que acabaré sin comprender, lo que pensará el lector cuando termine de leer, si terminará de leer o no, por qué... es decir, lo tengo en cuenta todo, hasta los puntos y las comas y cómo cambian el sentido de lo que digo sin ponerlo de otra determinada manera.
Aquí concluye esta entrada explicativa para ti, lector, que buscabas algo de distracción y has encontrado ésto, que parece más burocrático que literario, pero cuyo fin es mejorar la escritura y la lectura de mi blog, aunque te pido disculpas porque también soy consciente de que el texto que se apoya sobre esta línea es demasiado aburrido debido a la clase de información que contiene, aunque si le sigues el hilo, puede que hasta encuentres algo interesante.
Al menos (y siendo otra vez egoísta) he recuperado algo de mecanografía.

De todas formas, y dando por satisfecha mi necesidad espontánea e indefinida de estructurar la forma en que mis dedos se moverán sobre las teclas, me atrevo a predecir que las próximas entradas del blog tratarán de cosas más cómodas de leer, más interesantes, aunque más personales y por tanto menos generalizadas, pero más banales y apetecibles a la memoria y a la agudeza visual de cuando se lee algo con ganas.


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sábado, 25 de septiembre de 2010

...y ahora decides hablarme.

Hoy toca un texto epistolar, una carta. (Otra más). Muchas de mis entradas son de este tipo, en segunda persona, dirigidas a mí mismo o a alguien que no nombro explícitamente, pero que existe en la realidad y forma parte de mi vida y de mi pensamiento. Hoy te toca a ti.

Hace tiempo te dije que me gustabas, aunque esa no es la opción que suelo elegir para entablar amistad con una chica...  pero te lo dije. Simplemente que me gustabas, no quería nada contigo, ni que fuéramos amigos, pero quería que lo supieras, porque creo que en la sociedad del día a día hay miles de personas que se gustan, que se conocen desde hace años...  y no saben que se gustan ni lo llegan a saber. Quería que tú supieras eso cuando me vieras, que supieras por qué me quedaba mirándote hasta que desaparecías en la distancia. No sé todavía si eso fue demasiado egoísta por mi parte al no tener en cuenta cómo ibas a sentirte teniendo esa información, o es que fuiste tú la egoísta al dejar de dirigirme la palabra...  pero lo hiciste, qué más da.
Asumí que durante meses nos cruzáramos por los pasillos sin decirnos una sola palabra. Nos mirábamos, tú también me mirabas. Lo más lógico sería pensar que me veías como una especie de depravado o algo te había molestado y por eso me mirabas, pero esto no tiene mucho sentido. Claro que si pienso que me devolvías la mirada porque yo también empecé a gustarte, parecería que soy de esa clase de ilusos que cuando se cuelgan por alguien, cambian completamente su percepción de la realidad para complacer sus necesidades psicológicas, así que no, no pensaré eso. Formábamos parte del mismo grupo de amigos cuando mi mejor amigo y tu mejor amiga se juntaban para hablar, y nosotros de acompañantes, pero sin participar en la conversación, simplemente al lado de nuestros amigos, uno en frente del otro, mirándonos, pero sin decir nada. No olvidaré nunca esos silencios misteriosos que nos guardábamos, ni sabré nunca lo que significaban realmente.
De una manera o de otra, me había acostumbrado a olvidar la idea de que pudieras conocerme como un amigo, me acostumbré a no pretender nada contigo, a no hablarte, a ignorarte y a dejarte en paz, en plan prudente...  y de repente vas un día y empiezas a dirigirme la palabra. Haces observaciones sobre mis camisetas, me preguntas qué tal, me saludas cuando nos cruzamos a la salida de clase y preguntas por mí de vez en cuando...   y ahora qué se supone que ha pasado?
¿Estabas enfadada u ofuscada y se te ha pasado? ¿Has descubierto que te gusto de alguna manera? ¿He empezado a darte pena y ahora que nos vemos más a menudo has decidido tenerme contento y tener contacto conmigo? Pues ahora me has hecho daño.
Ya sé que lo más probable es que esté todo dentro de mi cabeza, como siempre, como la mayoría de las veces (ojo, no todas), como cada vez que me gusta alguien...   pero precisamente por eso, porque está todo dentro de mi cabeza, ahora mi parte ilusoria ha diseñado algunos sueños en los que, en una de esas tensas palabras de "hola que tal", entre uno de esos suspiros que me salen a veces, en uno de esos instantes en los que nos miramos y apartamos la mirada al mismo tiempo, en uno de esos instantes, y sin previo aviso, uno de los dos besa al otro, o abraza al otro, da igual. No tiene por qué haber un beso. Simplemente imagino un gesto que exprese una cercanía hasta ahora no habida entre los dos, una complicidad, un gesto de perdón (o de disculpa, aunque entre nosotros nunca ha habido oficialmente ningún tipo de ofensa), algo que por tu parte me diga que estás conmigo (conceptualmente, como mínimo) o, por mi parte, te diga lo que ya te dije al principio. Por eso mi ilusión tiende a hacer que seas tú la que tome la iniciativa y me arrebate ese beso o ese abrazo en un instante en el que no me de tiempo a reaccionar...  y que posteriormente cause, como es lógico, más interrogantes en mi cabeza, aunque supongo que la tuya también tendrá cosas a las que dar algunas vueltas.
Simplemente eso es lo que escribo hoy, que no sé por qué has empezado a hablarme, pero que eso no sólo ha tenido consecuencias positivas. Mientras no suceda o deje de suceder nada, la incertidumbre convertirá el instante primero en que me hablaste en la cumbre de una pendiente en descenso que me hará preguntarme cada día con más desesperación el por qué de esta situación, en parte real, en parte imaginada por mí, y supongo que también por ti en otra cierta parte.

Y lo mejor sería hablarlo contigo y solicitarte en un momento dado para resolver esas dudas, pero si eso fuera tan fácil, no habría desarrollado tantas disquisiciones situacionales en todo lo que acabo de escribir. Si te pidiera hablar de todo eso, podrían suceder también una serie de consecuencias variables cuyo riesgo aún no me he visto capaz de asumir, así que, mientras tanto, seguiré el curso de la realidad y corresponderé a saludarte como si fueras una compañera más y a sonreír cada vez que me mires, igual que antes, intentando eliminar cada día un poco más de ese misterio que recubre la tensión que hay entre nosotros, siempre inversamente proporcional a la distancia a la que nos encontremos y directamente proporcional al tiempo que seamos capaces de sostenernos una mirada.

martes, 21 de septiembre de 2010

Wake me up when September ends

Ya lo decía Billy J: Despiértame cuando termine septiembre.
Septiembre es, probablemente, el mes más triste del año, desde el principio hasta el final. Es el mes en el que oficialmente acaban las vacaciones. Los niños regresan al colegio, los adolescentes al instituto, los adultos al trabajo... o al menos a la rutina. Los anuncios de la televisión ya te avisan de que viene el frío. Las tiendas de ropa ya han renovado su colección y todo es de manga larga, todo son tejidos calientes, todo son colores fríos. Los de Actimel te recuerdan que cogerás un resfriado si no tomas su yogur, los de El Corte Inglés te recuerdan que la lluvia mojará las calles para que compres sus botas de cuero y sus guantes de piel, Los de Frenadol te dicen que te quedes en casa porque fuera está lloviendo, Los de Carrefour te anuncian su material escolar, los de Oxford te anuncian esos cuadernos en los que escribirás lo que tanto te agobia cuando llegan los exámenes finales...  y por las noches vuelven las series juveniles como FoQ y los reportajes futbolísticos a todas horas.
La disciplina y las responsabilidades vuelven a invadir tu horario, el juicio de las demás personas empieza a influir más que de costumbre en tu comportamiento, ya no puedes echarte una siesta cuando te apetezca ni quedarte despierto hasta las seis de la mañana, porque si lo haces te quedarás dormido en clase y vuelta a empezar. Alomejor se altera hasta tu horiario intestinal, quién sabe. Alomejor tienes que empezar a cagar por la tarde porque por la mañana estás ocupado. Es una chorrada, pero si no la tienes en cuenta, las puedes pasar putas.
...pero la gente sigue buscando el placer instantáneo y no sabes cómo, pero consiguen sacar energías para organizar las quedadas del viernes y del sábado, cuando a ti lo único que te apetece es echarte en la cama y olvidarte de todo, tocar la guitarra, ver una película...  hasta que llega el domingo por la tarde, te pones a ver la tele o a hacer algo que se supone que debería divertirte, pero es domingo por la tarde y todo se vuelve gris, semana tras semana. Hagas lo que hagas, tendrás la sensación de que estás perdiendo el poco tiempo que te queda de fin de semana. Y ya si llueve o está nublado, apaga y vámonos.
El lunes por la mañana, en teoría es más traumático que el resto de los días, porque tienes que empezar de nuevo a levantarte a saber a qué hora macabra. El despertador te arrebata el plácido sueño que tenías y un cruel ataque de rutina te levanta de la cama de un salto para ir a un lugar en el que se supone que tienes que estar dando tu máximo rendimiento incluso antes de que haya salido el sol. Es algo antinatural. Empezar a trabajar antes que la propia naturaleza...  y cuando llega el mediodía resulta que llevas casi una jornada laboral cumplida y sólo tienes ganas de irte a dormir como si fuera de noche, pero aún queda una traumática tarde de horas interminables en la que no puedes dormir porque tienes que seguir trabajando, estudiar, realizar trabajos...  como si no hubieras rendido el suficiente número de horas.
Se te empiezan a hacer nudos en el estómago. Te miras al espejo sin ganas. Haces las cosas por hacer, porque hay que hacerlas, pero las haces sin ganas. Puede que haya días que te levantes con ánimo, con la motivación suficiente para convertir la rutina en algo lúdico y apetecible...  pero esos días son pocos y se suelen olvidar fácilmente. Aunque claro, se supone que hay que levantar el país y todos esos rollos...  pero yo me estoy planteando seriamente hacerme budista e irme al monte a vivir en paz con el silencio.

Pero bueno, siempre hay que pensar que estas cosas, que no nos gustan y nos mortifican tanto, son las que realmente nos enseñan algo valioso para nuestra vida, porque con ellas aprendemos cosas que no aprenderíamos si estuviéramos todo el tiempo disfrutando de lo que nos gusta.
Yo sólo lo digo, me quejo aquí en silencio, escribo mi sacrificio por la rutina, cada persona tiene el suyo...  y sinceramente no creo que se trate sólo de síndrome post-vacacional. Tiene que haber algo más, porque las estadísticas coinciden en que es septiembre, junto con octubre, el mes en el que hay más suicidios y más bajas laborales por depresión...  y eso no puede ser solo por el dichoso síndrome...
    y encima todo esto se junta con el amor...  con los flechazos por personas recién conocidas..  los típicos en personas que aún siguen casadas con la soledad...

sábado, 18 de septiembre de 2010

Again

Hoy decides que conservarás tu nuevo reto de acostarte pronto. Y el de hacer diez flexiones cuando te levantes por la mañana, otras diez al acostarte y diez cada vez que vayas al baño. Hoy decides ponerte a escuchar música de hace tiempo porque no sabes si pensar o no pensar en tu nueva compañera de al lado, que puede que no tenga nada de especial, pero es nueva y eso hace que te fijes en ella cuando nadie más lo hace, y casualmente has descubierto que sí, tiene algo de especial, precisamente porque sigues pensando en ella.
Hoy decides que te ha gustado eso de hacer lo que llamas "una  vida más o menos correcta"; cumplir con tus obligaciones, estudiar más de la cuenta para competir en condiciones con los que sacan mejores notas, ir en serio a por tu carrera de ingeniería...  porque has descubierto que cuando cumples a tiempo con tus obligaciones, sigues teniendo tiempo (incluso más) para divertirte y para hacer cosas que no sean obligaciones, como satisfacer a tus suscriptores de youtube y hacer cosas que te hayan pedido, como leer todos esos libros que hace tiempo que querías empezar a leer, como hacer algo más de deporte, como aprender recetas nuevas de cocina, como investigar la relación directa o indirecta entre los discursos de tu profesor de filosofía y su pasado, probablemente traumático y decisivo para su actual presente.
Hoy te has parado a pensar realmente en si merece la pena o no pasar tantas horas estudiando y discutiendo sobre ideologías, grupos, movimientos, historia, rumores, cambios, votos, partidos y todo aquello que tenga que ver con la política, porque te ha entrado en la cabeza la idea de que no puedes apuntarte a una ideología sin conocer la contraria, de que no puedes decir que algo sea bueno sin plantearte que lo contrario también puede ser bueno, de que todo es tan extremadamente relativo que ni tú ni nadie tiene el conocimiento suficiente como para ser digno de juzgar realmente cuál es la ideología correcta, ya que ese concepto de "correcta" depende completamente desde el interés con el que se mire; depende de si lo que se busca es el beneficio para la burocracia, para el sistema visto desde arriba, para el pueblo, para el país, para los ricos, para los pobres, para los listos, para los vagos, para los soñadores, para los que se estancan...  o para todos. Te das cuenta de que, tenga quien tengan razón, eso nunca se va a saber del todo porque siempre, por muy absoluta que sea una mayoría democrática, siempre habrá otra mayoría (o minoría) con unas ideas opuestas que defender, con unos argumentos propios, igual que los tuyos, con unas ideas propias, tan respetables como las tuyas, y que todo el mundo debería escuchar, igual que las tuyas. Y parece una gilipollez, pero esto te ha relajado bastante en tu lucha interna de si eres o no una buena persona, concepto que venías cuantificando erróneamente en función de estas fruslerías políticas que nunca te llevarán a ningún lado si su defensa implica en algún caso el uso de la violencia o fomenta el odio entre cualquier par o grupo de personas, por grande o pequeño que sea, y has decidido, terminantemente, alejarte de una guerra que no es tuya (ni debería ser de nadie) y empezar a pensar en ti mismo en cooperación con los demás, siempre cooperación, siempre concordia, siempre ayuda mutua, siempre la comprensión por encima del rechazo; ya sea a nivel personal o profesional, a nivel amoroso o a nivel amistoso, o político...  da igual. Simplemente has decidido que es conveniente conservar unos principios básicos de respeto y convivencia por encima de cualquier diferencia ideológica, étnica o simplemente de pensamiento; ya que el pensamiento que tienes no te pertenece a ti por completo, sino que ha sido modelado por una serie de factores que te han llevado a pensar de la manera en que piensas, y no de otra, debido a tus experiencias del pasado, a tu aprendizaje sobre esas experiencias y a tu nivel de reacción ante ese aprendizaje, cosa que habría sido distinta simplemente con que hubieran cambiado un par de esos de tus factores, como el lugar de nacimiento, el año, la gente que te ha rodeado, etc...  y por eso no puedes asegurar que tu pensamiento sea propiedad exclusivamente tuya.
Volviendo a lo de antes, has vuelto a recuperar tus amores platónicos, la pasión por la lectura, has vuelto a descubrir esa magia de la navidad en las calles de Madrid que no podías ver cuando creías que eras demasiado mayor, has vuelto a recuperar la pasión por la pintura, por la vida, por aprovechar el tiempo, por demostrar las cosas de las que hablas...  hasta que alguien te vuelva a desanimar..  aunque ese alguien sueles ser tú mismo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

The Talon Mix de nuevo en mis manos!

Supongo que le pasará a todo el mundo con afición a la música:
Hoy he encontrado un antiguo disco de cuando era pequeño!
...lo empiezas a escuchar y recuerdas perfectamente todas las canciones, los estribillos, los chascarrillos, las melodías, los toques de guitarra de entre medias, la voz de los cantantes, el ritmo de las canciones...  y sobre todo, sobre todo sobre todo, te viene a la mente la manera que tenías de ver el mundo por aquel entonces, cuando solías escuchar ese disco. Empiezas a recordar cómo lo adquiriste, dónde lo reproducías, qué edad tenías cuando lo escuchabas y qué era de tu vida; recuerdas perfectamente la situación en la que te encontrabas, las cosas que sentías, las metas que tenías, lo que entonces conocías y las bellas limitaciones que te acompañaban. Es algo sencillamente precioso, es incluso mejor que ver una antigua foto.
Cierras los ojos y vuelves al pasado...  y aunque no te gustaría volver, imaginas con nostalgia aquel pasado en el que no conocías como futuro el presente que ahora tienes. Era todo tan distinto, habían pasado tan pocas cosas... eras más inocente, pero escuchabas ese disco, y gracias a eso ahora puedes rescatar de tu memoria algo que sin esa ayuda musical habría sido imposible. La música, los olores, los lugares, las fotos, los vídeos, los diarios y los libros, todo eso, son herramientas maravillosamente útiles para recuperar con asombrosa fidelidad los recuerdos que guardamos pero que no podemos revivir sin ayuda de estas herramientas.

La verdad es que he pasado un muy buen rato, y los seguiré pasando, escuchando este disco que andaba perdido entre cajones y armarios llenos de cosas antiguas...  tanto tiempo buscándolo y al fin vuelven a mí los Weezer y Remy Zero! The Talon Mix by Smallville!! Island in the Sun! Nuclear! Wave Goodbye!
Volvemos al 2003!!!
Todos los momentos y épocas de la vida tienen una canción o un álbum...
...y a este especialmente pertenecen una parte concreta de mis recuerdos y vivencias que ahora agarro con tanta fuerza. Esta es mi máquina del tiempo! Entre lágrimas y sonrisas, pero lo es!

sábado, 11 de septiembre de 2010

Otro acorde más

Normalmente soy yo el que corrige tus imprudencias y te da lecciones de vida, pero de forma razonada y justificada, de forma que todos lo acaban asumiendo y reconocen que es verdad; normalmente soy yo el que conserva la tranquilidad absoluta en los momentos de pánico, haciendo que los demás también se lo tomen con calma; normalmente soy yo el que está seguro de sí mismo y no cambia de criterio sin antes estar convencido; soy yo el que normalmente se enorgullece de haber preservado la propiedad de mi personalidad por encima de las necesidades mundanas que desde siempre ha tenido el hombre por sentirse aceptado en sociedad; soy yo el que siempre ha guardado rencor inmerecido a los que disfrutan de placeres que no merecen mas aún tienen gracias a su degradante picardía, y aún así, me siento, de forma falsa, mejor persona al intentar creer que lo tolero sin ninguna envidia; normalmente soy yo el que demuestra a los demás que sólo con constancia se consiguen los grandes objetivos, normalmente...
...pero hoy no es normalmente. Hoy es hoy, y hoy me siento pequeño y desolado en un mundo de intereses individualistas y exceso de crecimiento demográfico.
Hoy mi guitarra ya no suena igual. Mis dedos encallecidos siguen teniendo la misma destreza, pero hoy los trastes se han cansado de mí y el bronce de las cuerdas no tiene el mismo brillo. Las notas también me boicotean y suenan como más tristes, eso sí, impecablemente correctas tonalmente, pero aun así, hay algo que no me termina de convencer. Parece como si los punteos de una misma canción hubiesen variado un par de semitonos para no concordar con mi voz, ni con mi memoria. Una foto a color y en alta definición se ha convertido en una burda imitación mal retocada de una diapositiva sucia y antigua de antes de los sesenta, tomada en 2010, y Luis Ramiro no me mira de la misma forma desde ese póster, ni los Beatles caminan igual en el de al lado, es como si hubieran cambiado de pierna mientras no estaba mirando.
A Brandon Flowers le ha cambiado la voz, a Bono le ha crecido la barba, Juan Aguirre se ha deshecho de sus pedaleras de distorsión y Paul Simon ya no suena tan convincente como cuando cantaba Late in the Evening en el Central Park, allá por 1981, exactamente el 19 de septiembre.
Natalie Portman ya no supera a Julia Roberts en la película Closer, ni tampoco su canción, La hija del trompetista, es tan emocionante como cuando la cantaba Damien Rice.
Los jardines del Palacio de Oriente no reflejan la luz del sol como lo hacían antes; la calle Arenal no tiene el mismo bullicio; en el local árabe de la calle Huertas ya no trabaja aquella camarera tan guapa, la que te hablaba con la mirada; los conciertos siguen sonando mejor en el Palacio de los Deportes que en el Vistalegre, eso sí, pero también suenan peor allí que en Las Ventas y que en la sala Galileo.
Las púas con las que toco han cambiado su flexibilidad y cada vez se me escurren con más frecuencia.
Mandy Moore ya no parece tan inocente en las películas desde que me enamoré de ella y de su indefinida pulcritud...
...definitivamente, necesito coger un avión y aterrizar en el aeropuerto internacional de Oakland, alquilar un coche y llegar a Pleasanton, tomarme un batido en el Maui Wowi observando el parking del centro comercial del Amador Valley Boulevard, buscar desesperadamente a Mercedes y pedirle por favor que me toque alguna de sus canciones a la sombra del Conservatorio de las Flores, en el Golden Gate Park de San Francisco, algo como lo que vi hace ahora unos dos años, una de esas sentidas versiones de Across the Universe sobre la hierba recién cortada de California.
Mientras tanto sólo me queda tirarme desde lo alto de una montaña de ilusión, aletear con alas de esperanza, observar la amplia vista desde lo alto del tiempo y, a medida que se acerca el suelo, intentar planear para cambiar mi destino y averiguar a qué huele realmente el café cuando se toma con labios de felicidad.


Bueno, hoy es hoy y supongo que habrá sido uno de esos días tontos en los que me da por escribir mis desolaciones en un blog. Llegará mañana y quién sabe cómo sonará mi guitarra...

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuando descubres de qué va el juego, el juego termina.

Siempre hay un juego. En todo, para todo. En el trabajo, en tu relación con tus amigos y con tu familia, en tu propio pensamiento sobre el futuro y el pasado, un juego que influye en tus decisiones y en tus conclusiones.
A veces es un juego aleatorio, consecuencia de las circunstancias, y otras veces es un juego provocado, creado de manera inteligente para conseguir unos objetivos, y en ese juego es probable que tú seas utilizado como medio para que quien ha creado el juego consiga sus propósitos. Eres utilizado. Y mientras desconozcas la existencia de dicho juego, su creador y su fin, seguirás siendo utilizado, víctima de que la casualidad haya sido sustituida por la causalidad, por los sucesos intencionados. Dejas de ser dueño de tu destino y de tus conclusiones y te conviertes en otro personaje más que el guionista ha utilizado para llevar su película al final deseado.
Y en eso reside tu responsabilidad, en descubrir el juego, en descubrir en qué estás participando involuntariamente y darte cuenta de que están jugando contigo. Entonces es cuando se acaba el juego, porque decidas lo que decidas, ya serás más responsable que cuando no sabías nada. Si decides hacerlo saber y dejar de participar, habrás destruido el juego y habrás dejado de ser una ficha sobre el tablero; si decides no decir nada, también puedes ser tú el que aproveche el juego existente para crear las variables que desees, de forma que utilices un juego creado anteriormente para realizar el tuyo propio, con tus objetivos, tus fichas, tus víctimas y tus herramientas, algo que puedes hacer como castigo o traición contra quien te ha utilizado de forma cruel y poco ética.
Claro que la aclaración siguiente sobre lo que acabo de escribir es muy importante:
El hecho de manipular un juego ya existente para castigar a quien ha estado jugando contigo es algo generalmente justo, y además te sentaría muy bien, porque es una forma de venganza, y ahí está lo negativo.
La venganza es algo muy peligroso y apetitoso para alguien que ha sufrido y ha encontrado un culpable, pero en ese caso sería el vengador el que estaría cometiendo una incorrección ética mayor que el primer infractor, el creador del primer juego, y serías más culpable tú por vengarte que el otro por jugar contigo.
¿Y por qué?
Pues por la sencilla razón de que el otro, cuando ha decidido utilizarte en su juego, te ha utilizado para conseguir otro fin, pero el fin no era joderte a ti, sino utilizarte; es decir, te ha menospreciado, pero no intencionadamente. En cambio tú, cuando lleves a cabo tu venganza, lo harás precisamente con la intención de hacer daño y perjudicar a la otra persona, y eso te implica más culpabilidad que si simplemente menospreciaras su realidad utilizándola para conseguir un fin ajeno.
Por eso la venganza nunca suele ser la opción más ética, si es que te quieres seguir considerando una persona buena y justa de verdad.