jueves, 21 de junio de 2012

Stormy weather again?

Otra vez con la cabeza llena de tormentas, otra vez con los ojos húmedos la mitad del día, otra vez cigarrillos depresivos por la noche y canciones dolorosas por la mañana, otra vez ojeras y cansancio injustificado. Cuanto más tiempo libre, peor ritmo de vida, esto no puede ser. Y todo esto a raíz de unos pocos hechos que se juntaron de la manera más explosiva con los que llevaban tiempo ocultos en la sombra de tu olvido voluntario, ese que nunca se consigue, ese que pretende esconder bajo un manto de dolor aquellos recuerdos no resueltos, aquellas culpabilidades no catarsificadas. Y qué bello es todo en la práctica, a pocas semanas de conseguir el permiso de conducir, a unos días de ir a la playa y desconectar de todo, libre ya de clases, de abusos de profesores, de ineptitudes de compañeros estúpidos, de rumoreos e intervenciones indebidas en las vidas de los demás; qué bello parece el gran verano que se aproxima, y qué oscuro al mismo tiempo, tener que hacer algo con esos meses que quedan atrás, con todas las secuelas que todavía no se han disipado, y que no parece que lo vayan a hacer en un futuro relativamente cercano. Todo por haber pasado por ciertos rincones de la ciudad por los que no deberías volver a pasar nunca. Ciertos rincones de la calle Arturo Soria, de la calle Vital Aza, y ya no hablemos de San Blas... Todo por seguir encerrado en esta puta ciudad que algunos llaman Madrid, que nos absorbe a todos y nos envuelve en un manto de melancolías mal combinadas con culpabilidades indebidamente cotejadas en la Jefatura Superior de Morales y otros Inventos. Una serie de circunstancias que se juntaron con algunas canciones que nunca debiste escuchar, nunca, nunca, y encima en un día de lluvia. Todos los fantasmas que parecían haberse disipado en la nube de contaminación que cubre la ciudad, han regresado en cuestión de un par de días, y es con esto cuando realmente te das cuenta de que esos fantasmas nunca desaparecieron, y lo más doloroso de todo, que no sólo los ves tú. Esa es la parte más desgarradora de las secuelas, saber que hay otra persona que también las tiene, que hay otra persona a la que también se ha hecho daño.
Probablemente por eso el perdón más difícil no es el que se ha de dar a otra persona, si no el que se debe dar a uno mismo. Muchos no lo consiguen nunca.

Vuelves a ser un juguete roto en manos de nadie...

miércoles, 20 de junio de 2012

Tardes de invierno

En el corazón, las cosas funcionan de otro modo. No sé si más cruel, más ingenuo, o simplemente más pseudo-hemofílico. Que algo haya dejado de doler no significa que el daño esté reparado o que la herida esté curada. Simplemente significa que has aplicado buenos calmantes, pero no te librarás de volver a sentir ese dolor, aunque sea después de muchos meses, incluso años. Sólo hace falta un recuerdo, una canción, un lugar, un pequeño cambio en la dirección del viento para que todo el montaje vuelva a caer, y tú con él. Algo tan sencillo como la irrecuperabilidad puede doler más que la propia muerte. Y sí, aunque parezca gilipollas, masoquista o un puto inepto del aprendizaje emocional, seguiré defendiendo que amar y dejarse amar por alguien es lo más bello que se puede hacer en la vida, aunque después duela más de lo que se puede soportar.

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