sábado, 11 de agosto de 2012

Un diminuto punto de inflexión.

Es improbable que mis entradas se transformen en algo reconociblemente positivo en su sucesión, pero sí se puede (siempre ha sido así) apreciar algo distinto en lo que a un cambio de temporada (sencillamente, otro más) se refiere en aquello que las inspira. Esto se manifiesta, aunque no radicalmente perceptible, en una ligera modificación del diseño principal, en la cabecera y en la distribución del resto de componentes (gadgets y demás elementos que pretenden aportar personalidad a este blog), llevada a cabo con la esperanzada intención de redefinir los parámetros en los que se reflejará aquello en lo que se ha convertido su autor desde que dicho blog se creó.
El blog ha sido modificado en escasas ocasiones, aunque la razón nunca ha sido tan relevante como la actual; sin embargo, el cambio realizado es uno de los más discretos que se recuerdan en toda esta conjunción de núcleos sentimentales, plasmados en textos y extraños relatos salidos de lo más íntimo y delicado de lo que no se puede decir en voz alta ni comunicar a alguien de forma directa. Es por este último motivo por el que quiero, aunque sea con una breve entrada a la que pocos prestarán la atención que se merece, dejar constancia explícita de mi conciencia sobre este cambio y sobre su inspiración, además de las consecuencias que se esperan de él. Una de las características que también cabe resaltar de esta transformación en el diseño es que precisamente el diseño es lo único que se ha modificado discretamente, y con ello surge la conclusión de que sólo se pretende, como consecuencia, un cambio en la percepción visual de la lectura de los boletines que aquí se publican. La relación que se pueda establecer entre este cambio de apariencia y otros posibles cambios de carácter más profundo en la mente de su creador será responsabilidad de los lectores, cuya incertidumbre a la hora de confirmar dicha relación será precisamente lo que saque a relucir el valor implícito que cada uno da a su particular lectura de lo que aquí es publicado.

Un saludo a todos los lectores, sean puntuales o frecuentes, de lo que no pretende ser un diario, una vía de escape, un apunte secreto, una llamada de socorro, ni un consejo escondido, sino todo al mismo tiempo.

jueves, 9 de agosto de 2012

Take it back

Y sí, hay veces que la vida alcanza alturas imprevistas anteriormente. Perspectivas nuevas, o quizá las mismas de antes, pero renovadas, descubiertas. Nadie sabe cómo ni por qué, aunque hay quien sí lo sabe, y no osa decirlo, quizá por cortesía y respeto, quizá por cobardía. Todo se sabe, la clave es quién, y qué hará con ese conocimiento. Por eso no quieren que lo compartamos, pero tales disquisiciones aún quedan lejos, da igual si por delante o por detrás, ya llegará o ya existió su momento. El caso es que continuamente se renueva la percepción de que la vida (o lo que llamamos vida) va por temporadas, y cada vez se hace más intensa la sensación de que es inevitable decidir su duración y su carácter, ya sea por pereza o por miedo a admitir la responsabilidad de la catástrofe que podría resultar de lo que ni si quiera entendemos que sean nuestras decisiones. Todo gira en torno a núcleos cambiantes, y eso es lo que nos perturba; hemos sido educados, concebidos, instruidos en el instinto adquirido de esperar que todo gire siempre en torno al mismo núcleo, de forma que nuestro trabajo en comprender lo que tenemos que esperar se vea reflejado en una futura, inexistente e ilusa esperanza de poder relajarnos en cierto futuro, pensando que hemos adquirido la capacidad necesaria para saber actuar en algo que ya conocemos, pero es entonces cuando llega el cambio, ese cambio de núcleo, que nos hace desesperar y darnos cuenta de que otra vez nos encontramos en medio de la nada, sin saber una mierda, y sin que todo lo aprendido anteriormente sirva para nada, salvo para aprovecharlo en posibles situaciones similares que nunca se darán. Cierto profeta del rock dijo hace tiempo que la vida es demasiado corta como para saber algo, y tenía toda la razón, aunque según esta cadena de razonamientos, puede que por poco tiempo, y así parece ser:

"Pensaba que sabía más cosas que otros, que estaba en un nivel superior, hasta que todo cambió (o siguió siendo como llevaba tiempo sin volver a ser) y me di cuenta de que no sabía una mierda, que seguía en el mismo punto en el que los demás te enseñan y tú aprendes, callas, tragas, asientes con la cabeza y absorbes aquello de lo que ya creías haberte impregnado en el pasado lo suficiente como para sentarte en tu cama y pensar que eras ese puto dios del que nadie quería saber nada".