miércoles, 29 de mayo de 2013

Viajes en el tiempo

Puede que sólo se trate de recuperar pequeños fragmentos de lo que una vez fue hermoso. Solamente eso. Pero qué triste, si es así, que todo consista en vivir asomándonos de vez en cuando a ese pasado que marchó impune a lo más profundo de nuestro dolor. Y qué impotencia al ver que gran parte de esa vida que alguien vivió por nosotros, toda esa basura que hemos intentado sin éxito esconder en nuestro olvido más lejano, sólo sirve para pensar que realmente no hemos vivido. No existe un pasado. El que existió queda tan lejos y se parece tan poco a lo que hoy somos, que prácticamente no lo hay; hemos negado los malos recuerdos, y los buenos han huido al ver el desconsuelo de unos ojos húmedos al final de cada historia para enmarcar. Todos metidos en una caja explosiva que nadie se atreverá a abrir por nosotros, y mucho menos nosotros; culpables, inocentes cómplices de todas aquellas cartas que quedaron sin escribir y que, sin embargo, permanecen en nuestra memoria, tal y como las habríamos redactado para lograr, aun a riesgo de un eterno fracaso, ese grito de libertad que nadie espera volver a oír al final de cada guerra: "¡somos libres! ¡somos libres!".

A la memoria de Aurélie Bézu.

martes, 28 de mayo de 2013

Damm

Temblar es agotador, pero merece muchísimo más la pena que quedarte quieto, esperando a que algo pase, y que no pase nada. Y es lo que has hecho casi siempre. Y lo que todo el mundo ha hecho casi siempre. Y lo que quieren que hagas. Pero ya vale. Saltar al vacío y darte una hostia es mejor que quedarte observando el paisaje sin formar parte de él, contemplando cómo otros se llevan la vida mientras tú escribes sus memorias en el periódico del olvido, el de tu propia conciencia. Ya está bien de recordar el pasado con ese amargo resentimiento; nunca más.
Al fin y al cabo lo único que quieres es que cuando desaparezcas de toda esta mierda, haya alguien que se acuerde de ti, alguien que pueda echarte de menos o que al menos tenga algo que agradecerte; que el balance sea positivo. Que hayas aportado más cosas buenas de las que te has llevado, y eso a veces es muy difícil de conseguir, pero no imposible.

Probablemente te debo más de lo que nunca sabrás. Te debo un gran cambio en mi procedimiento para las cosas importantes. Emocionalmente importantes. Te debo la apertura que siempre he esperado para mi mente; la preparación perfecta para las cosas malas y para las buenas, pero siempre desde un nuevo punto de vista orgulloso, sin arrepentimientos, sin dudas, sin tiempos condicionales ni subjuntivos, ni frases a medias en pretérito; nada de eso: sólo cosas simples, como siempre he querido: yo quise esto, lo intenté, salió de tal manera, pero al menos puedo estar orgulloso de no haberme quedado inmóvil al borde del precipicio, malgastando tiempo en pensar si realmente merecía la pena hasta que fuera demasiado tarde para saltar. Y probablemente lo ha sido, pero como dicen por ahí en ciertas ocasiones: más vale tarde que nunca, y me gusta pensar que ese tarde todavía puede ser, en potencia, "alguna vez". No dejes nunca de existir.