miércoles, 30 de octubre de 2013

Por amor al arte

Las novelas históricas, y la literatura en general, resultan un digno homenaje a la Historia, que difícilmente merecería la pena recordar de otra manera. A menudo nos hablan de los hechos; son lo que recordamos, son lo que vemos. Pero qué vacío sería el mundo si no nos quedara más que eso. Con nostalgia y tristeza las más veces, y sin embargo con fortuna son las letras las que, al menos, permanecen en la esencia de lo hermoso para intentar llenar ese vacío. A menudo encuentro difícil acoger, en unas pocas palabras, la admiración que profeso hacia este arte tan noble, en el cual los pocos abatidos que un día quedaron en pie entregan lo que existe más allá de los hechos, e inmortalizan, desde su humilde lucidez, el verdadero significado del tiempo.

martes, 8 de octubre de 2013

Madrid

Recuerdo una de aquellas veces que fuimos a Barcelona. Una de aquellas innumerables veces que nos metieron en un avión, sin preguntarnos si queríamos ir, sabiendo que allí nadie nos preguntaría si queríamos volver. Solíamos viajar con miedo; cada vez nos esperaba algo distinto, aunque siempre era igual. No sabíamos dónde íbamos a estar, o quién iba a formar parte de cada ocasión, en casa de quién íbamos a estar, cuánto tiempo pasaríamos solos o en compañía de alguna desconocida, o con qué excusa. Sólo sabíamos que había un billete de vuelta,  lo que pudiera suceder hasta tal fecha no lo sabía nadie, y cada vez era más esperpéntico.
Sin embargo, no vengo a describir aquellas temporadas en lugares de cuyo nombre no quiero acordarme. De aquella vez en particular recuerdo el regreso. Y tanto que lo recuerdo. Fue un viaje en coche, y en aquellos años convulsos y sin pulso no puedo negar que la carretera era uno de los únicos entornos en los que me sentía a gusto, por no decir el único. Recuerdo que en una de las paradas, al volver al coche, empecé a decir que no quería volver. Nadie lo entendía, yo el que menos. Y aquello me perturbaba. Todo el viaje en silencio. Y al llegar a Madrid todo el mundo se echó a temblar. Recuerdo, como el resto de las veces en el aeropuerto, el recibimiento de mi madre con los ojos húmedos; nunca entendía por qué lloraba cada vez que volvíamos, si no habíamos ido a la guerra; ahora lo entiendo perfectamente. La peor parte fue al entrar en casa. No la reconocía. No reconocía mi habitación como mía; miraba a mi madre como si fuera una completa desconocida No reconocía su voz, ni su cara, ni sus palabras. Pero era mi casa, joder. Lo único que tenía entonces. Ella se asustó muchísimo, y le llamó corriendo. Bajé y me dio una vuelta en el coche. Yo explicaba que no quería estar allí, que quería volver a Barcelona y vivir con él. Me tranquilizó y me llevó de vuelta a casa. De alguna manera, como solía hacer en escasas ocasiones como aquella, con pocas palabras me hizo entrar en razón, en un proceso de asimilación extraño. Siempre fue alguien absolutamente ausente que, al mismo tiempo, tenía un gran e inexplicable poder emocional sobre mí. Y tengo miedo de que, de alguna manera, siga siendo así.
Al cabo de unos días todo se normalizó, poco a poco fui identificando los rincones de mi habitación y la convivencia con mi madre, aunque todo parecía nuevo, como si fuera un sueño. Los pocos que había a nuestro alrededor, los pocos que quedaban en la familia, intentaban ayudar. Intentaban hacer que me sintiera bien. Pero yo tenía otra preocupación, algo que me quitaba el sueño, me quitaba el habla. No sabía quién era, ni qué hacía allí. Era una desesperación constante no saber por qué pasaban todas esas cosas. Por qué teníamos que ir secuestrados cada cierto tiempo a un entorno que no era el nuestro, con alguien que no nos conocía, a ser tratados de una manera que no nos merecíamos, para después volver y que todos intentaran fingir esa estabilidad que nunca existió.

jueves, 3 de octubre de 2013

[Nuevo blog] - El comienzo de algo grande

Desde esta entrada me dirijo a vosotros para informaros del nacimiento de mi nuevo blog (El Origen de los Secretos), no sin antes dejar constancia de lo profundamente agradecido que estoy por cada uno de quienes leéis mis entradas, y en especial por aquellos que dejáis comentarios de vez en cuando.
Pues bien, este nuevo espacio con un nombre muy significativo, significa un avance en lo relativo a la forma en que quiero expresar muchas de las ideas que pasan por mi mente; llevo tiempo pensando en crear un blog de este estilo, y aquellos que os animéis a seguirlo podréis descubrir su evolución a lo largo del tiempo, auguro que tiene un buen futuro.
Este blog, En Contra de los Tiempos, ha sido (y seguirá siendo) un espacio para plasmar momentos especiales sobre todo en una temática emocional en la que muchas veces yo mismo me veo atrapado, y seguirá cumpliendo esta función. Sin embargo, como ya he dicho, hay algunas ideas cuya temática y forma difería demasiado de la de este blog de siempre, así que en eso seguirá.
Al igual que quien crea un canal secundario en YouTube para diferenciar su contenido, este segundo blog supondrá esa evolución en la forma de escribir que este antiguo espacio no siempre permitía; hay aspectos para los que me he cansado de una forma "epistolar" en la que siempre alguien se lamenta en segunda persona de sus desdichas emocionales o expresa su ímpetu por aspectos que no siempre son fáciles de descifrar. Como digo, esto lo seguiré haciendo en este blog, que para eso está, pero también hay cosas nuevas, y he de darles el espacio y la forma que merecen.
Su contenido, aunque por ahora no sé muy bien hacia dónde irá, se caracterizará por una visión más abierta, algo más objetiva, y más ordenada de los temas que trate en cada ocasión, siempre dispuesto a acoger comentarios, críticas debidamente formuladas, debates, y demás participación en lo que espero sea un espacio algo más "común" que un simple lugar en el que alguien escupe sus ideas más íntimas.

Espero que disfrutéis leyendo todas estas novedades en "El Origen de los Secretos", y lo sigáis haciendo en este blog de siempre.

"El Origen de los Secretos".

miércoles, 2 de octubre de 2013

I TRUST YOU

A veces aparece una canción antigua, de esas rockeras de compás lento y voz rota y vibrática, que te elevan a un estado resolutivo al que se sube todo al mismo tiempo, los recuerdos a largo y corto plazo, las ilusiones y los sueños, las metas, el resquemor amargo de batallas libradas en circunstancias desafortunadas y los crecientes focos de luz que se abren hueco a través de la niebla que aún queda.
Pesadillas nocturnas últimamente y hermosos sueños vividos a la luz del día que te hacen olvidar en gran medida todo lo acontecido sobre esa almohada atormentada que acoge tus pensamientos cuando se cansan y no pueden más. Puede que siempre quede algo oscuro en el fondo del vaso, y puede que a nadie le vuelva a importar demasiado; así debe ser. Sin embargo, aún hay veces en las que, aunque tus labios sonrían, tus ojos son incapaces hacerlo, porque hay algo dentro de ti que aún sigue roto. Y eso es lo que, en último lugar, no todo el mundo es capaz de comprender.
Pero aspiras a lo contrario. A que sea al revés. A que todo el mundo en cierto momento llegue a comprenderlo, y seas tú el único que por fin consiga ignorar y dejar en ridículo cualquier viejo motivo para no sonreír, y tus ojos sonrían, y tus labios se estiren y dejen escapar de entre ellos un suspiro de felicidad. Como en la carrera de "Bite the bullet", esta vez la derrota no está entre tus opciones. La causa y la recompensa son demasiado valiosas como para no emplear toda tu fuerza y constancia.
Hace tiempo escribiste sobre lo que caracteriza el corazón de un niño: espera lo que desea.
¿Y si volvemos a ser niños?