sábado, 23 de febrero de 2013
Una muerte sin resolver
sábado, 9 de febrero de 2013
Québec
Yo no quiero pisar sitios internacionales sin que nadie se percate de mi paso ni conserve un recuerdo de mi olor. No quiero habitaciones vacías, canciones ignoradas ni cajas por abrir. No quiero dar vueltas en la cama pensando dónde estarás, quién te sostendrá entre sus brazos.
Sin embargo, tampoco quiero vivir en una cárcel de dinero, pagar mensualidades, mantener una rutina, ni quedarme encerrado en una ciudad de mentes vacías y almas resignadas.
Lo que yo quiero es poder tocar todos los días la realidad de la última vez que soñé contigo. Quiero mirarte a los ojos y darme cuenta de que no soy capaz de sostenerte la mirada, de que ese brillo casi monocromático vale más que mi vida misma, no ser capaz ni de respirar al ver lo que hay detrás, e interrumpir todo el efecto con un beso desesperado, buscando el sabor de tus deseos y el olor de tus miedos. Quiero conquistar tu mente como tú has conquistado la mía, descubrir el porqué de tanta timidez, ser el objetivo de tus palabras, el que te coja de la cintura mientras contemplas el amanecer desde lo alto de una torre, inundarme con los libros que tú has leído, inundarte yo con los míos, debatir por qué Saramago es uno de los mejores ensayistas del mundo reciente, y por qué Szalowski era tan acogedor a pesar de meternos en el más profundo invierno canadiense.
Algún día tendré el valor para pedirte, aunque nos miren todos atónitos, que bailes conmigo.