jueves, 28 de abril de 2011

Y que luego digan que desaparezco

Las típicas putitas de tu clase que no tienen otra cosa mejor que hacer, que meterse en tu vida, putearte con todo el mundo y sacar punta a cualquier cosa que digas, con tal de sentirse alguien en la vida, porque no tienen suficiente con su absoluto anonimato social.
Los típicos fracasados que se pasan el curso puteándote porque tienen envidia de tu buena relación con los profesores y tu éxito con las chicas, envidia de tus notas, de tus vacaciones, de tus habilidades.
Los típicos irresponsables que se cambian de bando cuando menos te lo esperas; irresponsables que intentan hacerte sentir culpable cuando no solucionas uno de sus marrones, de esos en los que se meten ellos solitos esperando a que les salves...

...pero yo ya estoy harto. Yo ya no tengo por qué salvar el culo a nadie, y menos si no se ha encargado de salvárselo antes; yo ya no tengo por qué soportar ni dar importancia a que alguien tenga tal mierda de vida que tenga que joderme la mía para sentirse a mi altura, ni tengo por qué, a estas alturas, andar metiéndome en el juego de esas típicas putitas de siempre, de las que estoy tan harto y a las que se supone que ya veo venir de lejos...   pero no; no sé cómo cojones, pero es matemático. Todos los años igual. En torno a la fecha de mi cumpleaños, a principios de mayo, siempre se estropea todo, de la noche a la mañana.

Tus compañeros te dan la puñalada, al mismo tiempo las putas de siempre siguen haciendo lo mismo de siempre, pero con más ganas; los fracasados siguen puteando tu sombrío éxito, y los irresponsables intentan colgarse de tu fama, a ver si se les pega un poco y con eso consiguen salvar su culo.
Alomejor se trata de eso. Alomejor es que como se acerca el fin de curso, todos están tan hartos de los demás, que empiezan a flaquear sus voluntades de tener una existencia tranquila. Alomejor el resto del curso ha sido demasiado aburrido y hace falta meterle un poco de caña, a ver qué pasa.
¿Y qué pasa? Pues lo de siempre. Que llegan las vacaciones y lo último que me apetece es ver los caretos de la gentuza que me ha amargado otro curso más. Salvando algunas excepciones (pocas son), lo último que me apetece es lamerle el culo al gilipollas de turno, que ni si quiera merece vivir, como para que yo tenga que seguir aguantando sus desfachateces.
A qué cojones espera nadie verme en verano. ¿A quién voy a ver? ¿Al tío que se dedicaba a hacerme el vacío día tras día? ¿Al que me pintaba la mochila y la chaqueta con tiza, me escupía en la mesa y me robaba la silla? ¿Al que hacía comentarios en voz baja para joderme las exposiciones orales? ¿O al que me puso de traidor para arriba porque no cedí a su extorsión? ¿A quién voy a ver? ¿A la puta que se puso celosa y empezó a echar humo por las orejas y por la boca? ¿O a las cobardes niñatas inmaduras que no saben callarse la boca a tus espaldas, pero luego a la cara no se atreven ni a saludarte?
No quiero ver a nadie de esa puta gentuza.
Así que no, Cristina. Luego no me digas que por qué desaparezco en verano y nadie me ve el pelo.
Supongo que es lo mismo de todos los años. Lleva siendo así desde hace tiempo; todos los años más o menos con la gente...  hasta que llega la primavera; a todos les entra prisa por yo qué sé qué, y al final el único salpicado es el único que no está dispuesto a ser tan falso, tan cobarde y tan rastrero como los demás.

Claro que desaparezco. A mí lo único que me apetece es alejarme, olvidarme de todo, verme con la única persona que me hace feliz. Con ella me siento bien, y no necesito ver a nadie más para hacerlo.
Yo con mi chica, no necesito nada más. Y a los demás que les peten.

Y aquí la mítica frase que a más de una le quedaría bien:
Aunque la puta se vista de seda, PUTA se queda.

Alomejor es un poco precipitado y convendría ponerlo a final de curso...  pero ya sé cómo va a ser, así que lo pongo ya, que no está de más:
Ahí os quedáis con vuestra mierda. Otro año más, Alex se pira.

jueves, 14 de abril de 2011

I'm still here, breathing now!

Coge una mochila con unos calzoncillos, una camiseta limpia y el cargador del móvil. Las llaves del coche. Echa gasolina. Métete en la C-31 hasta llegar a la A2; cógela en dirección Oeste.
No ahorres gasolina, ni velocidad. Mantén el límite suficiente como para no estrellarte. Ciento ochenta está bien. Te gusta correr, y nadie te lo va a impedir. Los radares de la A2 sólo están al llegar a Barcelona, en las entradas y salidas de Zaragoza, y al llegar a Madrid, creo que hay un par de ellos pasando por Guadalajara. El resto está libre. Ya sabes, las curvas del kilómetro 465, los cambios de rasante del 230...   haz una pequeña parada en la estación de servicio de los Monegros y tómate un café por mi en ese lugar.
Como te decía, no pises el freno ni dejes de acelerar. Con medio depósito te sobra para llegar. Tú pisa, que el coche ya hace el resto. Siente cómo el aire frena el coche debido a la velocidad, siente cómo se te va la línea cuando el viento aprieta por uno de los laterales y tienes que rectificar con el volante, como si fuera un barco de vela. Siente la fuerza G en las curvas, la tracción de los neumáticos, los adelantamientos a toda pastilla. Disfruta del paisaje, de las vistas, del horizonte...  si sales por la mañana, el sol te pillará de espaldas...  pero yo quiero que hagas el viaje por la tarde; que te pille el atardecer mientras llegas; ese sol cegador que no te deja ver más allá de cincuenta metros, ese que hace que te puedas tragar un camión; aunque, si vienes mañana, habrá suerte y no habrá ni uno, ya que los viernes a partir de las cinco de la tarde tienen prohibida la circulación. Toda la carretera para ti.

Quiero que cuando llegues me llames; yo te esperaré sentado en una mesa del Central Café, ese que hay en la placita en la que hace esquina el Mauna Loa. No te vuelvas a ir.

sábado, 9 de abril de 2011

Soldadito marinero (I)

Cuando hablas de tu blog a gente que te conoce...  deja de ser, como era antes, ese blog tuyo que utilizabas como vía de escape, como confidente anónimo...   pero bueno, alomejor no es tan tarde para volver a lo que era antes.
Al fin y al cabo, no sé qué problema puede haber al decir:

QUIERO GRITAR!
QUIERO CORRER BAJO LA LLUVIA!
QUIERO QUE MI PADRE ME VUELVA A DAR UNO DE SUS ABRAZOS, DE ESOS QUE DABA ANTES Y QUE NUNCA ME VOLVIÓ A DAR!

Después de un invierno malo, una mala primavera...

sábado, 2 de abril de 2011

Es sólo una canción

Es sólo una canción para calmar mi corazón; lo que yo quiero, lo que yo siento...


Sólo una canción, sólo Rock and Roll, sólo un poco de Amaral, un ratito de Los Secretos, de Nacha Pop, un pelín de Revólver, un flís de Bob Dylan, otro poco de Amaral y un resquicio de Dire Straits.
Qué más hace falta si suena algo de cualquiera de esos que acabo de nombrar...

Cosas buenas, cosas no tan buenas; unas más bonitas que otras, otras más asombrosas que las primeras... pero eso sí, siempre con la mirada clavada en el horizonte y siempre tirando pa' alante.
Un día de repente te levantas con ganas de sufrir un poquito, incluso sin sufrir, pero de recordar tiempos pasados, tiempos no siempre mejores; de hecho, a mí me pasa lo contrario que a Jorge Manrique, cuando decía "cualquiera tiempo pasado fue mejor"; pues no señor, yo no encajo en eso. Para mí, salvo raras excepciones, cualquiera tiempo pasado fue peor; no sé si soy el único que consigue progresar a base de insistir en sus propósitos...  pero la verdad es que tiendo a ir a mejor, o al menos eso me parece. No sé si por méritos propios o por coincidencias de ese destino en el que nunca he creído, pero no me arrepiento de nada, ni echo de menos tantas cosas como debería, como hace el resto de la gente...  ya no. Pero en fin, te levantas con ganas de volver al pasado, aunque sea durante un rato, ganas de darte un paseo por algún año anterior, darte una vuelta por allí y recordar cómo eran las cosas; te pones a mirar algunas fotos, te pones una canción específica, alguna que sabes que te va a devolver al instante preciso al que quieres llegar, hueles ese perfume que olías por aquel entonces y por aquellos lugares...  y ya está. Es fácil llegar al pasado, si sabes cómo. Ya estás allí. Entre las fotos, las canciones, los olores y los recuerdos, no hace falta ningún segundo Einstein que invente una máquina del tiempo, de esas que, con introducir una fecha y mover una palanca, te llevan al pasado o al futuro. La máquina del tiempo ya está inventada; yo lo descubrí hace mucho, pero me di cuenta cuando escribí aquella entrada después de encontrar mi extraviado disco de Smallville, el de Talon Mix; viajé al pasado como no lo había hecho antes, o al menos no con aquella intensidad. ¿Y qué? Pues que de vez en cuando apetece. Ya digo que no es por echar de menos nada, ni por arrepentirme de nada; simplemente apetece recordarlo. Ni fueron tiempos mejores, ni necesariamente peores, no siempre. Simplemente fueron "tiempos", tiempos distintos en los que yo era el mismo, pero en otro escenario.
Otro igual; Jean Paul Sartre, ese francés estrábico y solitario que dijo en una ocasión: "El hombre es él y sus circunstancias; cambiemos las circunstancias y cambiaremos al hombre"; pues sí, estoy de acuerdo, pero sólo en parte. Claro que la forma y el comportamiento de una persona dependen del ambiente y la situación en que se encuentre...  pero precisamente ahí es donde reside la autenticidad de esa persona. La capacidad que tiene uno de seguir siendo el mismo, por mucho que cambien las cosas a su alrededor. Y puede que yo, después de todo, no haya cambiado tanto.
Me sigo reconociendo a mí mismo, y los demás lo siguen haciendo. Eso es lo que importa. El problema es que hay personas a las que ya no reconozco...  pero eso no es problema mío. Si los demás quieren cambiar, adelante. Yo no lo voy a hacer, como no lo he hecho nunca.

Y mientras tanto, siguen sonando las canciones, sigue aquí ese olor penetrante, siguen por ahí esas fotos de días más sombríos...  y pensar que todo esto sólo es cuestión de química, de enlaces sinápticos, de células, de átomos, de sustancias, de elementos...  cuestión de canciones.

Es sólo una canción!