lunes, 26 de septiembre de 2011

Que no se apague nunca...

Hoy has recuperado esa mítica canción que descubriste en 2002, cuando empezaste a jugar al Sega GT para Xbox; esa perfecta y famosa canción de no sé qué banda de jazz que sigues sin saber cómo se llama, pero ahí la tienes, rescatada de un viejo CD que grabó tu padre en el mismo año en que se fue de casa. Es como volver a recordar tus orígenes.
Además ha llegado esa última semana de septiembre en la que cuando abres la ventana por la noche ya no entran bichos, y además entra fresquito, el justo para que se te enfríen los pies y la cabeza, las manos y la nariz todavía no. Recuerdos de fríos otoñales y posteriormente invernales que te traen más recuerdos a su vez, y en su mayoría, de los buenos, buenos sentimientos. Y si quieres volver a sentir ese frío, que sea con la condición de poder aliviarlo con el calor de esa persona a tu lado. No quieres nada más.
No has pasado por una buena temporada que digamos. De hecho, has pasado por la peor y más larga temporada amarga de tu vida, y eso, lógicamente, no se resuelve de la noche a la mañana, y menos con el berenjenal en el que te has metido...  pero también es cierto que las cosas sólo pueden ir a mejor a partir de ahora, y también que todo (o casi todo) depende de la manera en que tu mente lo enfoque. Con nuevos proyectos y reparaciones en los viejos, parece que todo muestra su hasta ahora oculta posibilidad o más mínima intención de volver a dejarse hacer brillar. La retórica compleja vuelve a formar parte de tus escritos y, si te lo curras un poco, volverá a ser otro curso de éxitos académicos, aunque ambos sabemos que no son esos éxitos los que te hacen feliz. Sólo son los que te hacen ver quién te quiere y quién no en función de tus logros, pero no son los que te sirven realmente. Los que te sirven dependen de cierta persona relacionada con ese número doce y con esas miradas bajo la lluvia en medio de una tempestad de envidias y de incomprensión que es cómplice y partícipe al mismo tiempo de la conservación de ese fuego que cada día se hace un poco más grande. Porque cuando una llama sobrevive a un jarro de agua, es porque está verdaderamente destinada a brillar. Que no se apague nunca.

jueves, 22 de septiembre de 2011

HE TENIDO UN SUEÑO

Hoy he soñado que el vacío se llenaba, pero lo hacía para todos.
Hoy he soñado que mis enemigos eran felices. Que tenían una vida plena. Una vida propia.
He soñado que ya no encontraban razones para hacerme la vida imposible, porque habían encontrado una para ellos con la que no sentirse vacíos nunca más.
Hoy he soñado que mis éxitos dejaban de provocar envidia.
Hoy he soñado que mi felicidad dejaba de ser motivo de odio para otros, porque ellos también tenían la suya.
Hoy he soñado que desaparecía el fútbol de la televisión. Y los programas de cotilleo, esos que incitan a la gente a meterse en vidas ajenas con el único propósito de destrozarlas.
He soñado que los malos ejemplos eran castigados, y los buenos, recompensados.
Hoy he soñado que las malas personas perdían sus derechos.
He soñado que la humanidad existía.

...y si existiera Dios, le pediría que ayudara a ciertas personas a superar su propia derrota. La de odiarse a sí mismos.
Recuerda que lo doloroso no es que los demás te hayan hecho daño. Lo doloroso es darte cuenta del daño que has hecho tú a los demás, y eso no se paga con la cárcel ni con una multa. Eso se paga con el suicidio.
No soy yo el que tiene que agachar la cabeza. Esta vez no.

Feliz 20 de septiembre a todos.

sábado, 10 de septiembre de 2011

A José Saramago, desde el "ser todavía"

Qué pena que alguien como José Saramago se encuentre ya bajo tierra. De todas formas, y en la medida de lo posible, sigue presente en el mundo gracias a sus libros, a todo lo que nos enseñó mientras escribía como si no tuviera nada que perder. Podría parecer atrevido; sus diálogos sin guiones, sus mensajes descarados al lector en medio del texto...  pero no, precisamente atrevido no es, pues en verdad este hombre no tenía nada que perder, y podía hacer con las palabras lo que le diera la gana. Ni él ni nosotros. Las personas tenemos poco que ganar, y nada que perder. Como afirma en sus escritos, la fecha de nuestra muerte está fijada desde el día en que nacemos. No podemos hacer otra cosa que sufrir durante el corto tiempo que dura nuestra vida; todo lo que consigamos lo perderemos en el último momento, pero, por injusto que nos parezca, no lo es. Nosotros no decidimos nacer, y cuando morimos, tampoco lo decidimos; no podemos evitar nacer, tampoco podemos evitar morir. Y como este fabuloso autor ya ha observado, es una falsa intervención la que hacemos cuando matamos a alguien o tenemos un hijo. Falsa intervención porque incluso esas intervenciones ya estaban predeterminadas; no alteramos de ninguna forma el equilibrio de lo que está preestablecido.
Según Saramago, no somos jugadores, sólo somos fichas.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Stop playing forgiveness

No sólo sirve con leer libros que te ayuden a superar las cosas, a pasar página, a sobrevivir a ti mismo. Qué cojones! ¿Qué es eso de libros que te ayudan a no pensar? ¿Acaso no es eso contra lo que vienes luchando desde que tienes uso de razón? ¿Acaso no era éso lo que condenabas, eso de no pensar, del conformismo, del borreguismo, de la vagancia intelectual e ideológica? Pues qué coño. Aquí a pensar a saco, que aunque te haya hecho daño, ha hecho más bien que mal; siempre lo hace. Precisamente por "no pensar" es por lo que la gente está tan jodida, o tan desinformada, o vive tan engañada. Precisamente es esa la costumbre que vienes odiando tanto, la gente que no piensa, que se deja llevar por los engaños de quien sí piensa...  y tú pensando no quieres engañar a nadie, sólo pretendes no ser tú el engañado. Es cierto que a veces es excesivo y hay que controlarlo, pero siempre has preferido eso antes que tener que controlar lo contrario, hasta el punto de tener que obligarte a pensar. Si es necesario, tendrás que hacerle frente con muchos cigarros de John Player o Camel, y si no quieres ser fumador, pues con unos buenos tragos de Whisky, y si no quieres ser alcohólico, pues con música, mucha y muy buena música, que por lo que se ve, parece ser la solución de todo. Hasta que te duela la cabeza.
Estando hasta los cojones de que gente infeliz y envidiosa vaya a por ti sólo porque se han dado cuenta de que tu vida vale mucho más que la suya, y que sin que les hayas hecho nada, se sienten ultrajados por tu éxito y tu indiferencia. Hasta los cojones de que no te olviden, de que no te dejen en paz, de que vayan a tu casa a derretir el timbre o te llamen a las tres de la mañana para despertarte, creyendo que te van a joder, cuando lo único que hacen es confirmar su impotencia y su inferioridad. Y lo peor de todo, culpa tuya por hacer negocios con la mafia. Culpa tuya por hacer caso a esas fábulas que te dicen que es mejor tener al enemigo contento, aunque sea engañado, cerca de ti, ser su "amigo" para salir airoso del asunto hasta que no estéis condenados a convivir en el mismo aula un año más...  pero es mentira. En cuanto te des cuenta, te apuñalará por la espalda, porque por algo es tu enemigo. Desde aquí, y para todos aquellos que aún no se hayan dado el hostión; a tu enemigo tenle siempre lejos, y si te ataca, al menos que sea sabiendo que no es bien recibido en tu casa, porque si le dejas entrar, te la quemará.


Stop playing forgiveness.

martes, 6 de septiembre de 2011

La dulce niña de mis ojos

Siempre preguntándote por qué las canciones comerciales tienen tanto éxito, y finalmente, sin que el hecho de que te guste más o menos sea relevante, terminas aceptando que la persona de la que hablan las letras, normalmente, puede ser cualquiera. Cualquiera que escucha una determinada canción, piensa en sus propios asuntos, amores, desamores, o de lo que sea que hable el cantante, como si esa canción en concreto estuviera únicamente diseñada para una persona en concreto. Eso es lo que se logra hablando de un tema sin poner nombres propios. Es gracioso. Utilizan nombres genéricos, frases impersonales, elementos indeterminados, con los que cada cual puede hacerse con los sentimientos de quien creó la letra, incluso la música.
"La melancolía es un licor bien caro, y no te has dado cuenta, ya te ha emborrachado"; "Se van las últimas luces y acaba la función, se van y tú estás ausente. Se van por siempre, pero a pesar de todo siento que te extraño. Se van por siempre, pero a pesar de todo sigo aquí".
Y sí, como si Eva y Juan hubiesen escrito estas líneas sólo para mí, y sólo para este momento, AQUÍ SIGO, y sí, tú siempre fuiste la dulce niña de mis ojos, la mejor barca del mar.
Te quiero.


PD: A partir de hoy, el blog (siempre que me guste el resultado) sufrirá una serie de cambios en el diseño. No conozco su gravedad, pero pretenderé que, aunque el contenido sea el mismo, cambie un poco la forma de verlo a la hora de entrar, algo más acorde con lo que siempre he querido ser cuando me convierto en un rectángulo con objetos Java entre medias.