sábado, 9 de febrero de 2013

Québec

Yo no quiero pisar sitios internacionales sin que nadie se percate de mi paso ni conserve un recuerdo de mi olor. No quiero habitaciones vacías, canciones ignoradas ni cajas por abrir. No quiero dar vueltas en la cama pensando dónde estarás, quién te sostendrá entre sus brazos.
Sin embargo, tampoco quiero vivir en una cárcel de dinero, pagar mensualidades, mantener una rutina, ni quedarme encerrado en una ciudad de mentes vacías y almas resignadas.
Lo que yo quiero es poder tocar todos los días la realidad de la última vez que soñé contigo. Quiero mirarte a los ojos y darme cuenta de que no soy capaz de sostenerte la mirada, de que ese brillo casi monocromático vale más que mi vida misma, no ser capaz ni de respirar al ver lo que hay detrás, e interrumpir todo el efecto con un beso desesperado, buscando el sabor de tus deseos y el olor de tus miedos. Quiero conquistar tu mente como tú has conquistado la mía, descubrir el porqué de tanta timidez, ser el objetivo de tus palabras, el que te coja de la cintura mientras contemplas el amanecer desde lo alto de una torre, inundarme con los libros que tú has leído, inundarte yo con los míos, debatir por qué Saramago es uno de los mejores ensayistas del mundo reciente, y por qué Szalowski era tan acogedor a pesar de meternos en el más profundo invierno canadiense.
Algún día tendré el valor para pedirte, aunque nos miren todos atónitos, que bailes conmigo.

1 comentario:

  1. Dime por qué haces esto. ¿Por qué me haces esto a mí? Esta es la clase de texto de los que una se enamora tontamente. Si está basado en una experiencia personal, sólo puedo decir que la chica en cuestión es MUY afortunada. Y que ojalá cuando te atrevas, diga que sí. Y por fin se realicen todas esas expectativas.

    Mientras tanto, me tienes a mí admirando estúpidamente tu manera de escribir. Me gustaría que dedicaras más tiempo al blog, la verdad. O al menos a entradas tan maravillosas como esta. Pero cada uno escribe cuando lo necesita, y en cuanto alguien se ve en la obligación de escribir, se rompe la magia. Lo sabré yo, que cuanto más estoy sin inspiración, más se prolonga este periodo. Y cuando lo doy por imposible y decido tomarme unas "vacaciones", poniéndome una fecha hasta la cuál no me gustaría oír hablar de escribir, la señorita Inspiración decide hacerme una visita.

    Sigue así :)

    ResponderEliminar