jueves, 10 de noviembre de 2011

Mamá, no quiero estudiar.

No quiero perder el tiempo haciendo esa mierda. Qué coño me importan los textos de latín y la biografía de Aristóteles; qué cojones me aporta saber distinguir una yuxtaposición y un complemento agente en una oración compuesta, qué me importa a mí si los fenicios comerciaban con bronce o con alpargatas. Las únicas asignaturas útiles son inglés y economía. Sí, me cambié de ciencias en primero de bachillerato a letras en segundo, soy un kamikaze.
No quiero que me juzgues por la nota de un examen que me he estado preparando cuatro horas, si el único esfuerzo mental que haces a lo largo del día es decidir lo que hay de cenar. No quiero emplear mi tiempo en intentar demostrar que sé hacer lo que el noventa por ciento de la población puede hacer en mi lugar. No quiero pertenecer a un sistema utilitarista en el que todos somos igual de inútiles para la misma tarea, en el que no tenemos personalidad (o al menos nadie nos la ha pedido), no quiero tirarme media vida trabajando sin remuneración para luego no comerme un rosco, sabiendo que con un currículum vacío en el que no tienes ni el bachiller puedes llegar al congreso de los diputados y votar por leyes en función de lo que los prejuicios de tus abuelos te han enseñado, sabiendo que por ir unos meses al gimnasio, ponerme una camiseta ajustada y meterme en una mierda de programa de Telecinco para alimentar toda la mierda con la que están vaciando el poco cerebro que nos queda en España, puedo ganar más dinero en un año que en toda una vida dedicándome a trabajar por algo realmente constructivo. Me niego a que lo que realmente me hace feliz, lo que realmente me hace sentir que soy alguien con talento, es decir, tocar la guitarra e intentar emocionar a alguien con una canción en YouTube, me niego a que eso no sirva para nada, esté considerado como una pérdida de tiempo y encima me lo impidas con la excusa de que hago ruido, cuando la única verdad es que tal hecho te molesta porque no encaja en tu plan cuadriculado de lo que crees que debería hacer con mi vida, que no es tuya, es mía, sólo porque en la tuya cometiste los suficientes errores como para seguir a los cuarenta años con la cabeza vacía y la nómina temblando cada mes, porque los políticos también te comieron a ti la cabeza, tu cultura también te arrastró a la ruina y tu falta de previsión te llevaron a este presente en el que intentas consolarte, como la mayoría de las madres como tú, diseñando mi vida, haciéndote creer que me haces un favor y que me proteges, cuando lo único que haces es alejarte de mí y del presente, que exige muchísimo más que un plan predeterminado de alguien que ni si quiera se atreve a salir con el coche a más de diez kilómetros de la ciudad, ¡por favor!  Yo tengo algo que a ti no te pidieron: ideas propias. Creatividad.
Y esa idea no me la va a cambiar nadie.
Mamá, no quiero estudiar.

1 comentario:

  1. Buena entrada, lo cierto es que bien redactada y sincera pero tambien es importante tener unos conocimientos basicos en varias de las asignaturas que, como tu has dicho arrogantemente; no te sirven para nada. Por cierto, estoy locamente enamorada de ti..<33

    ResponderEliminar