Y para colmo (y sin que otra alternativa más paliada fuera válida como mejor), para hacerte con la situación y suavizar esa tensión obligatoria por la que has tenido que pasar hoy, qué mejor (y realmente es al revés, nada mejor) que el libro más destructivo e incomprensiblemente adecuado para el momento, acompañado de la canción con las mísmas características, esas que, al menos hoy, se han cumplido. Un puto libro que ha creado un nuevo historial de tus impresiones en campos sumamente difíciles, que te ha ayudado a comprenderte a ti mismo en cosas que nunca se estudian en aulas ni se tratan en tesis doctorales, un nuevo historial que, como los consejos de tus amigos y de tu padre, parece pretender ayudarte en esas decisiones tan dolorosamente difíciles, pero que en realidad sólo entorpece el proceso de elección, pues a la hora de sopesar las distinas opciones, hay cada vez pesos más variados y más complejos en ambos lados de la balanza, y eso, aunque por un lado te destruye, te encanta, y no sabes hasta qué punto, aunque te cueste entenderlo y reconocerlo.
Es bochornosamente insultante la intensidad con que has acogido ese chorro tan brutal de tu propia filosofía hallado entre las páginas de ese libro, así de repente, algo tan necesitado como inesperado; puede que incluso esos dos rasgos tengan su propia relación de reciprocidad entre ellos. Algo demasiado obvio como para asumirlo razonadamente.
Ha influido todo, absolutamente todo. Has aprendido infinitamente más en las ocho horas de hoy en el hospital que en dos cursos en esa puta mierda de instituto. Hacía demasiado tiempo que no veías llorar a los adultos. A algunos, hoy por primera vez. Esos que parecen tan experimentados, tan taciturnos, tan serenos, tan preparados, tan fuertes... te has dado cuenta de que a veces, aunque te tripliquen la edad (o alomejor precisamente por eso), también llegan momentos en los que no son lo suficientemente fuertes, y también se derriban, delante de ti, sin ni si quiera querer evitarlo. Esas lágrimas valen mucho más que las tuyas, por el simple motivo de que las has visto. Puede que sea cierto eso que dicen: a veces las personas no lloran porque sean débiles, sino porque llevan mucho tiempo siendo fuertes. Puede que todo dependa de cuánto tiempo signifique eso para cada persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario