domingo, 20 de junio de 2010

No necesitas ser perdonado. Necesitas ser comprendido.

Es extraño esto de publicar entradas en un blog. No sabes quién las va a leer. Alomejor tu profesor de física y química, alomejor tu amiga filósofa, alomejor la chica que te gusta, alomejor tu padre, alomejor alguno de tus enemigos... pero los blogeros lo seguimos haciendo porque, aunque después nos quejemos de que todo el mundo conoce nuestra vida privada, publicar lo que uno piensa es una especie de terapia, un consuelo, un tratamiento en el que escribimos de forma ordenada un pensamiento o una conclusión con la esperanza (o la ilusión) de que alguien al otro lado de la red lea en su pantalla lo que hemos escrito con nuestro teclado, a la espera de que esté de acuerdo con lo que expresamos, o al menos nos entienda.
Aquí va otra para ti, lector o lectora, por la que puedes juzgarme cuanto se te antoje, sacar tus propias conclusiones sobre mi vida privada, pública, mi personalidad, mi situación o lo que te de la gana, pero te digo una cosa antes de que empieces a leer mis parrafadas siguientes: todos los argumentos con que criticas a alguien son igualmente aplicables a tu persona; cualquier sentimiento de odio o rechazo que manifiestes hacia alguien es el que sientes hacia ti mismo, y todo el rencor que liberas contra cualquier persona es el que en conjunto la sociedad ha acumulado sobre ti. Todas las reacciones constructivas o destructivas hacia una persona (en este caso yo) son fruto de unos estímulos constructivos o destructivos hacia tí mismo que, con el tiempo, has ido guardando en tu interior y que de alguna manera deseas liberar en dirección a quien te ha influido en tiempos anteriores.
Bueno, me dejo de indirectas que, aunque sirvan para todo el mundo, sólo tú sabes que van por ti. Aquí te/os dejo otro trocito de mi mente al desnudo:


Últimamente he estado un poco deprimido/indignado por culpa de un cúmulo de factores que me han hecho entrar en decadencia durante unas semanas (a esto me refiero con parte de mi vida personal; sobre todo si me conoces, puede que sepas de qué estoy hablando, o con un poco de suerte, no); empecé a comer menos, a encerrarme a todas horas, a no querer saber nada de nadie, a odiar al conjunto de la sociedad y a odiar a cada persona individualmente, cada una por sus motivos, cada una por sus características, cada una en consecuencia de sus interacciones conmigo. Espero que escribir esto y los cambios que se avecinan con el verano eleven un poco mi estado anímico y sirvan para remover un poco las aguas turbulentas en las que ando hundido. No he tocado fondo, y espero no hacerlo nunca, pero tampoco creo estar en la superficie. Eso es lo que quiero. Asomar la cabeza y ver las nubes, respirar aire.
Las ideas me vienen a la cabeza pero no llego más que a poder ordenar la sintaxis de las frases. No puedo pensar en el orden global de todo el texto, aunque eso tampoco importa. Yo como José Saramago, todo junto y a leerlo del tirón, que es más intenso y se implica uno más.
Como digo, las ideas me vienen a la cabeza, una tras otra, ellas solas cuando quieren. Yo sólo hago de intermediario entre el fondo de mis emociones y el teclado. El lector y su cabeza harán el resto. Y, por favor, no pienses tú, lector o lectora, que nombrarte todo el tiempo significa que estoy escribiendo en función de lo que vas a pensar. Para nada. Sólo pretendo acordarme de ti y que veas que no me olvido de nada ni de nadie.
Ahora sí, iba por.. ah, sí, reproches. Reproches a muchas personas, a cada una de las personas a las que mi estado de ánimo culpa por estar como está. Reproches hechos por mi parte emocional hacia esas personas, y palabras hechas por mi parte racional de perdón, comprensión y concordia hacia esas mismas personas.
Sé que decir la verdad tal y como la entiendo me ha traído muchos problemas, y asumo que los seguiré teniendo, porque seguiré siendo como soy, aunque el resto del mundo intente cambiarme. Asumo que a veces la expresión de mis pensamientos resulte desagradable, asumo que se me llame amargado porque lo parezco al decir las cosas que digo, asumo que se me llame hijo de puta cuando intento reprimir lo que me parece una injusticia, asumo que algunas personas no quieran hablarme porque me he comportado como un auténtico desagradecido y porque yo tampoco quiero hablarme con ellas, asumo que nadie se interese por mi y comprendo los intentos de algunas pocas personas por aparentar que les importo y se preocupan por lo que me pase. Comprendo los sentimientos de respeto y admiración que fuerzan esas mentiras dichas y por decir. Asumo y comprendo, ahora enuncio.


Esto creo que irá por personas, pero no voy a decir nombres. Si me conoces y las conoces, sabrás quiénes son pero no podrás poner en mi boca palabras contra quien no he nombrado. Y si no me conoces, disfrutarás del descripcionismo que me embriaga cuando me pongo a recordar. Veamos qué tal queda...

[Ahora es cuando se supone que me quedo en blanco]

Tú el primero de no sé qué lista, porque no soy tan retorcido como para hacer una lista de esas de personas a las que uno suele pegar un tiro cuando encuentra un rifle tirado por la calle. Pero bueno, el primero de la lista. Me duele que te hayas ganado el primer lugar no sólo de mi lista, sino de la de muchas personas que han estado durante noches enteras sin dormir por tu culpa. La de personas que no habrían dudado en asesinarte cruelmente con un afilado cuchillo si por ello pudieran no ir a la cárcel, personas que han derramado lágrimas, que han sufrido ataques de tensión y problemas familiares por tu culpa, personas que se han sentido acosadas, espiadas y perseguidas por ti, como yo, que he cambiado la URL, el nombre y el diseño de mi blog, he borrado cuentas de correo electrónico, he privatizado muchos de mis perfiles y he intentado ocultarme en todos lados para que no pudieras espiarme pero conservando la libertad y mi derecho a escribir un blog público, aunque sé que me encontrarás igualmente. Sé que volverás a encontrar mi blog, sé que leerás esta entrada y sé que la copiarás en tu ordenador. Pero mira, me alegro por ti, porque con esto conseguiré que veas lo fracasado que eres, no por el hecho de leer mis insultos, sino por saber que son verdad. Con esto consigo que tú y todos los que lo leen sepan que te he descubierto, que a mí no me podrás engañar más y que no has conseguido ser tan infalible como pretendías. Tus compañeros de trabajo no te aguantan, y lo sabes, y sabes que a la mínima te quedarás sin trabajo, igual que te quedaste sin familia, porque decidiste trabajar de cara a un público formado por personas sobre cuyas vidas podías decidir, personas a las que podías tener agarradas por los huevos para demostrar lo poderoso que eres, personas a las que podías extorsionar, intimidar, acosar, hacer la vida imposible. Por suerte yo no he sufrido intimidaciones, ni extorsiones ni amenazas por tu parte, pero sé todo lo que haces, lo que has hecho y lo más importante: por qué, aunque eso ya es algo más privado que contaré cuando puedas perderlo todo. Lo único que me queda es pensar que todo lo que haces lo haces por venganza, como todo el mundo. Todos tenemos (es innegable) algún trastorno de la juventud o de la infancia, algún recuerdo de momentos en los que se haya actuado injustamente con nosotros, algún sentimiento de rencor hacia determinadas partes de la sociedad que nos han hecho sufrir cuando no podíamos defendernos y, ahora que somos mayores, necesitamos liberar ese rencor vengándonos de alguna manera que nos resulte placentera o, al menos consoladora. Eso es lo que haces tú con el sector en el que trabajas. Vengarte de los que, en tiempos pasados, pertenecieron a ese mismo sector y te jodieron a ti, a saber de qué manera.
Eso es lo único que me queda pensar para intentar comprender que lo que haces no lo haces por diversión, porque nadie hace ese tipo de cosas por diversión. Lo único que me queda pensar para saber que también tienes partes buenas, que eres único en el mundo y que realmente tienes motivos para sentirte orgulloso de tí mismo y todos tenemos cosas que agradecerte. Eso es lo único que me queda para no ponerme a pensar en por qué te ocultas tan bien cuando alguien te pregunta algo o te busca. No tienes ningún tipo de perfil en Internet, no tienes teléfono, no tienes lugares de contacto. Sólo tienes un empleo, una serie de tareas y un trabajo de "venganza" que ejercer dentro de la más exquisita legalidad para que nadie pueda probar que eres un hijo de puta. Yo por mi parte no pienso impregnarme de la suciedad en la que andas metido sólo para intentar acabar con algo que no me incluye. Incluso aunque intentes que me afecte. Ya conozco la manera que tienes de provocar a las personas que te rodean para que cometan algún error y tú vuelvas a salir ganando. Tú sabes hasta dónde podemos llegar los demás y te aprovechas de ello, pero yo también sé hasta dónde no puedes llegar tú, y gracias a eso las cosas no andan ni andarán peor. Por eso, como tienes la situación bloqueada y por suerte yo estoy fuera, sólo me queda mandarte un cariñoso saludo. :)

Ale, ya va uno. Tú, lector o lectora, no te asustes. Las cosas pasan, la realidad es rara. Sólo te pido como favor que no intentes actuar inútilmente en algo de lo que no tienes ni idea sólo por exhibir tu grandiosa bondad. Guárdatela para ti. Este es uno de esos casos en los que intentar salvar al ciclista que se va a caer supone que se caiga, y que tú y el resto del grupo acabéis despeñados por un barranco. Simplemente disfruta de la compleja sintaxis del texto y limítate a no preguntar. Sólo juzga. Lo siento por ponerme borde contigo, lector, pero de todos los lectores, sé que tú estás entre ellos y no quiero que seas tú el que levante la última carta justo cuando yo estoy a punto de no perder la partida.

Otro.
La cosa se va suavizando. Tú fuiste amigo mío, hablábamos horas y horas. Conversaciones eternas de filosofía incalculable, de valor inimaginable que sólo tú y yo recordamos. Noches hasta las tantas hablando de cosas de la vida de una forma peculiar, tuya y mía, y que aún podríamos recuperar, pero eso sólo será si tú sabes perdonarme cuando yo pueda perdonarte a tí. Estoy hablando de que a mí los amigos nunca me suelen durar más de tres años. Tú no duraste ni dos. Éramos los únicos, tú y yo, nos miraban a los dos antes que a nadie, porque éramos los más extravagantes del grupo, del mundo, nadie nos entendía, pero entre nosotros nos entendíamos, y con eso era suficiente. Estoy hablando de que la dichosa frase es verdad: "Cuando el amor entra por la puerta, la amistad sale por la ventana".
Pasaste de ser mi mejor confidente a amenazarme por una chica. Eso te lo habría perdonado. Lo que no podré perdonarte en mucho tiempo es que te convirtieras en el mejor compañero de las personas con las que nos cebábamos en nuestras conversaciones. Éste tío es un cabrón, porque mira lo que hace, es un falso, es un no sé qué... y ahí te tengo, pegado a su culo, porque él es la clave para llegar a ella. Una chica que a pesar de todos los esfuerzos y sacrificios que has hecho, sigue pensando que eres un imbécil sin futuro que sólo busca vivir el momento a costa de lo que sea, o de quien sea. Te fuiste también con el tío que consiguió que nadie me hablara por el messenger en un año. Con el tío que consiguió que en mi casa sólo hubiera discusiones malintencionadas. El tío que enseñó a mi propia hermana a tratarme como un pedazo de basura y a verme como un desesperado al que han rechazado y que sólo busca llamar la atención hiriendo a la gente. Eso no lo puedo aceptar, aunque sé que no eres del todo responsable de haberte ido con él, porque él lo único que tiene para ti son un par de contactos con los que llegar a tu chica, pero entiende que el sentimiento de traición es inevitable. Por eso te disculpo, porque sé que nunca has tenido malas intenciones hacia mí y que todo lo malo que me has hecho me lo he ganado yo con mis malas contestaciones, mis otras amenazas y mis imprudencias. Incluso te doy las gracias, porque gracias a ti sé cómo actuar cuando todos están contra mí, sé cuáles son las causas que llevan a la gente a pensar de una determinada manera sin ni si quiera preguntarse por qué lo hacen y he aprendido a ser un fantasma, alguien que pasa por los sitios sin alterarlos, sin alterarse, sin parecer sensible a lo que pase, sin interferir en las relaciones naturales que se dan entre las personas del entorno. Ser un fantasma para no salir salpicado. Gracias a ti conozco el arte de la manipulación y lo fácil que es conseguir que todos quieran estar contigo cuando te limitas a parecer una pobre víctima que no ha hecho nada malo, cuando en realidad sabe que está perjudicando a alguien que no puede hacer nada más.

Quién más me queda. Ah, claro, la compi ninfómana. Una carpe diem, una niña que sólo quería vivir la vida al máximo aprovechándose de todo lo que podía. Una niña que se acabó acostando con media clase y la mitad de las demás clases, una niña que descubrió sus secretos y consiguió que los demás le revelaran los suyos. Una niña con andares llamativos que se había cambiado de peinado, de un alisado tranquilo y bonachón a un pelo encardado, voluminoso y sin brillo, que parecía sucio y sin lavar en dos semanas. Esa fue una de las cosas por las que me empezó a dar asco acercarme a ella. Eso y que se iba imaginando la polla de todos los tíos con los que se cruzaba. Sus conversaciones también eran calentitas y sus secretos, un poco fuertes, pero ya no son secretos. Todos pudimos enterarnos de ellos y aquél fue uno de sus errores, al menos hacia mí. Puede que los hombres seamos unos salidos y unos cerdotes, pero hay cosas que nos dan asco, y también huímos cuando descubrimos ciertas peculiaridades. Las chicas privadas y tímidas pueden resultar más atractivas que las que, como ésta, van por los sitios como si llevaran unas bolas chinas puestas, a punto de desnudarse en cualquier lugar público para ver si algún desesperado se acercaba.
Por lo demás, una pena que también nos hayamos distanciado, pero el caso fue algo incompatible conmigo. Al fin, otra batallita más que contar.

Luego quedas tú, hija mía, la pobre chica que perdió el culo cuando me vió por primera vez. Tú nunca me gustaste, pero tenías algo por lo que no podía dejar de prestarte atención. Intentaste seducirme de todas las formas, incluso llegó a ponerse caliente la cosa, pero la idea de que tú querías algo más me espantaba, como a la mayoría de los chicos. Eso fue un error por mi parte, porque yo ya sabía que conmigo no había oportunidad alguna, pero anduve jugando contigo porque tenías un no sé qué. Incluso dijiste que lo harías sin pedir nada a cambio, pero tampoco quise aprovecharme y volví a rechazar tu oferta. Por eso espero que encuentres a alguien que te quiera tratar bien y no te vea como una loca desesperada a la que sólo han hecho daño, aunque sé que no vas a encontrar a nadie, como tampoco en mí lo encontraste. Simplemente reconoce que tus faltas de discreción dispararon todas las alarmas haciendo que alguien se alejara demasiado. Nunca volvió. Adiós.

Quedan más personas por nombrar y de las que hablar, pero la terapia hasta aquí ya ha sido suficiente, y tú, lector conocido o desconocido, ya te has enterado de bastantes cosas. No voy a impresionar a nadie diciendo que son verdad, porque a todo el mundo le pasan este tipo de cosas, incluso más fuertes, aunque no todos los días. Estas son las que me pasan a mí y las intento compartir contigo para que aprendas un poco más de mí y veas también lo que he aprendido yo, en un período que se remonta a poco menos de un año, el último año hasta ahora. Un pequeño resumen de cómo en un sólo año se pueden aprender cosas maravillosamente útiles de personas que lo único que hacen es joderte la vida.
Como sé que nadie va a venir a por mí y que no tengo explicaciones que dar, estoy tranquilo y decido a partir de ahora dejar estos temas densos y ensuciados, porque removerlos sólo sería un error.
A partir de ahora intentaré no hablar de nada con nadie, dedicarme a mis amigos, a preservar el buenrollismo como religión y a no meterme donde no me llaman, paso de ser abogado de pleitos pobres. El que quiera pegarse que se pegue, yo sólo me limitaré a no ser la causa de la pelea. Me dedicaré a mis estudios y a mi música, te escribiré a ratos para que puedas leerme en el blog y pensaré muy muy fuerte en el brillo de las estrellas cuando me acuerde de estas cosas. Con algo de rencor, sí, pero también con agradecimiento y con nostalgia a los componentes que formaron mi vida durante estos pasados meses de infernal lucha a quienientas bandas de la que me tuve que retirar porque realmente no tenía nada especial que defender al final de todo. Alguien escarmentado que lo ha perdido todo no puede sino empezar de cero, sin amigos, sin contactos, con muchas caras feas que plantar a la vida y muchas reivindicaciones que hacer, pero sin fuerzas para seguir intentando derrotar a un gigante llamado sociedad, escudado en una herramienta llamada sistema, en el que todo está interconectado, en el que si tocas una cosa, otra cosa se resiente y al final te acaba salpicando a tí.
Haz el amor y no la guerra, siembra amor, y recibirás amor, siembra odio y recibirás odio, la vida es justa. Todas sirven para lo mismo.

Empezaremos por la concordia.


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