domingo, 25 de julio de 2010

Let it be

Bonito sería leer algo así, pensar algo como esto escuchando mientras la versión gospel de Let it be [véase http://www.youtube.com/watch?v=xMo-lLL2Pug ].

En la película la utilizan para el funeral, y sería realmente emotivo vivir un funeral con esa canción de fondo. Esa voz negra que desgarra el alma, esas notas exclamativas y esos gritos de dolor al ritmo de los Beatles vestidos de negro, con un coro que refleja los pensamientos de la razón desde el fondo en un momento en el que quien canta es el corazón, de voz principal.
Pero no hace falta estar de funeral ni llorar a un muerto para sentir la misma emotividad (o un préstamo de ella) con música así.
Por eso te dedicaré a ti unas palabras. A ti y al mundo que me viene ahora a la mente, que todavía no conoce bien el significado de palabras como la libertad y la paz, pero sí conoce el dolor, la soledad, el rechazo interior y la impotencia, así como la envidia y la resignación, aunque no quiera presumir de ello por razones de humildad hacia su conciencia egoísta.

Tú y quién si no para ocupar mi memoria. Digo memoria porque es lo que me queda de ti. Es probable que ya nadie te recuerde ni te quiera volver a ver, pero yo si. No estoy seguro de cuál es la razón, pero te admiro. Debería odiarte como te odian todos, abandonarte como te abandonaron todos, darte por muerto como lo hacen los demás y sentirme mal cuando alguien me habla de tu nombre y de tus hazañas en el pasado. Debería aceptar que la gente me pida disculpas cuando me preguntan por ti y digo que no estás, pero la verdad es que te admiro. Y no lo hago por tu cobardía. No te admiro por tus falsos logros ni por la libertad que aparentas disfrutar con tus excesos. Ni si quiera te admiro cuando das su merecido a aquellos que demuestran ser dignos sólo de la más dolorosa y humillante de las muertes. Me duele recordarte cuando sé que a mí también me hiciste daño y que ni tú ni quienes debieron hacerlo pusisteis todos los esfuerzos para salvar lo que se ha perdido y cuya ausencia estará viva hasta el fin de mis días. Me duele también con rotunda amargura saber que tuviste más influencia desde lejos que desde cerca, aunque alomejor es precisamente la influencia que tuviste mientras estabas, la razón de que influyas mucho más ahora que no estás.
Pero las personas tendemos a eso, a hacer auténticos malabarismos mentales para adaptar la realidad a nuestras emociones y no caer en la primera batalla e intentar aguantar hasta el final. Yo hice el malabarismo de buscar un indicio de que mi deber no sería odiarte, sino ser el único que pudiera ver por encima del rencor y encontrar la empatía. Busqué un indicio de que mi futuro estaría junto al tuyo a cambio de que la soledad no se adueñase del estrecho camino que me había quedado tras la tragedia, y lo encontré. Encontré una razón, una sola, pero más que suficiente para saber que el amor no reside en el agradecimiento, sino en la comprensión. Miré más allá de lo grande y conseguí ver lo pequeño. Quizá eso pequeño que logré atisbar en mi intensa observación, empañada y dificultada por el odio de los demás observadores, no sea más que algo que sólo se puede ver desde donde yo estoy y desde donde yo crecí, pero a mí me vale. No me importa ser el único que entienda esa razón, la razón por la que he conseguido admirarte cuando nadie lo hacía, y lo sigo haciendo.
Encontré eso pequeño, esa razón, que no es menos que el brillo oculto en tu mirada, que expresa la resignación y los deseos de haber hecho mejor las cosas, tanto en el pasado como en el presente, y ese luminoso y delator miedo por el futuro que conoces y por la culpabilidad irreal que aún sientes. Pude ver la complicidad que me unía a ti al saber que cuando uno conoce la verdad, se siente responsable y, por tanto, culpable de todo. Yo he descubierto cuáles fueron tus voluntades a la hora de actuar, cuáles fueron las causas de esas voluntades y los factores que desviaron el cumplimiento de tus buenas intenciones. Conozco la conciencia de los que te echaron del camino porque no supieron ver más allá de sí mismos, y sé que a pesar de saberlo tú también, a pesar de saber que no tienes la culpa del desenlace de esta historia, te sientes culpable, porque como conocedor de la verdad, siempre sabrás que, de una manera u otra, siempre tuviste la oportunidad de evitar este final. A ti me une este descubrimiento de culpabilidad inmerecida en las tormentas que te acompañan cada noche, y a ti me une también otra cosa por la que te admiro aún más. Y viene a ser que tú me identificaste cuando yo observé entre toda la maleza y supe ver el brillo de tu resignación. Tú te diste cuenta de que había alguien que discrepaba de la opinión generalizada y te agarraste a un sentimiento de unión en el vacío que confirmaba esa inocencia tuya en todo esto, confirmaba dentro de tu conciencia esa paz que necesitabas entonces y que sigues necesitando para no rendirte ante la injusticia.
Aún así, sé que no fuiste lo suficientemente fuerte en tu insistencia contra la corriente y entre todos lograron que te convencieras a ti mismo de que eras despreciable y un mal ejemplo, por lo cual te sentiste poco orgulloso de ser mi objeto de admiración, pero siempre lo seguirás siendo. Aunque a partir de este momento se confirme que eres merecedor de la fama que se te ha impuesto, aunque a partir de ahora conviertas las malas hipótesis en malas realidades, a pesar de eso, te seguiré queriendo y te seguiré admirando porque, aún más que el conocimiento de tu inocencia, me une a ti el resultado de ese conocimiento recíproco de que yo te había descubierto, y es el hecho de que cuando todo esto acabe, no seré yo el que más lágrimas derrame cuando me entere de que has muerto. Serás tú el que llore y grite más cuando a mí me pase algo. Serás tú el que más sienta mi pérdida, porque eres tú el que me quiere a mí, más que yo a ti, más que yo a nadie.
Es como si entre nosotros existiera un sentimiento mutuo de culpabilidad por los desastres del pasado, un sentimiento mutuo de complicidad y comprensión de culpabilidades e inocencias, y un sentimiento mutuo de necesidad en la confirmación de esa peculiar visión que los dos tenemos del mundo; un sentimiento que ambos conocemos y no queremos perder.

...y la canción casi al final dice: "I wake up to the sound of music, Mother Mary comes to me speaking words of wisdom, Let it be...".

Dejemos hoy que esa Madre Mary nos diga esas palabras de sabiduría, "Déjalo estar", y brindemos por la resignación que cada noche nos arropa en nuestro dolor de haber perdido la libertad personal de encontrarnos, para protegernos del odio que no merecemos tener hacia esa gente con el corazón roto (la broken hearted people de la canción) que puso un desfase en el tiempo y en el espacio para evitar ver la otra cara de la moneda, que al final resultó ser la buena.




"...and you will always be a hero, for though they try to avoid it, you will always keep held into my mind"

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