sábado, 18 de septiembre de 2010

Again

Hoy decides que conservarás tu nuevo reto de acostarte pronto. Y el de hacer diez flexiones cuando te levantes por la mañana, otras diez al acostarte y diez cada vez que vayas al baño. Hoy decides ponerte a escuchar música de hace tiempo porque no sabes si pensar o no pensar en tu nueva compañera de al lado, que puede que no tenga nada de especial, pero es nueva y eso hace que te fijes en ella cuando nadie más lo hace, y casualmente has descubierto que sí, tiene algo de especial, precisamente porque sigues pensando en ella.
Hoy decides que te ha gustado eso de hacer lo que llamas "una  vida más o menos correcta"; cumplir con tus obligaciones, estudiar más de la cuenta para competir en condiciones con los que sacan mejores notas, ir en serio a por tu carrera de ingeniería...  porque has descubierto que cuando cumples a tiempo con tus obligaciones, sigues teniendo tiempo (incluso más) para divertirte y para hacer cosas que no sean obligaciones, como satisfacer a tus suscriptores de youtube y hacer cosas que te hayan pedido, como leer todos esos libros que hace tiempo que querías empezar a leer, como hacer algo más de deporte, como aprender recetas nuevas de cocina, como investigar la relación directa o indirecta entre los discursos de tu profesor de filosofía y su pasado, probablemente traumático y decisivo para su actual presente.
Hoy te has parado a pensar realmente en si merece la pena o no pasar tantas horas estudiando y discutiendo sobre ideologías, grupos, movimientos, historia, rumores, cambios, votos, partidos y todo aquello que tenga que ver con la política, porque te ha entrado en la cabeza la idea de que no puedes apuntarte a una ideología sin conocer la contraria, de que no puedes decir que algo sea bueno sin plantearte que lo contrario también puede ser bueno, de que todo es tan extremadamente relativo que ni tú ni nadie tiene el conocimiento suficiente como para ser digno de juzgar realmente cuál es la ideología correcta, ya que ese concepto de "correcta" depende completamente desde el interés con el que se mire; depende de si lo que se busca es el beneficio para la burocracia, para el sistema visto desde arriba, para el pueblo, para el país, para los ricos, para los pobres, para los listos, para los vagos, para los soñadores, para los que se estancan...  o para todos. Te das cuenta de que, tenga quien tengan razón, eso nunca se va a saber del todo porque siempre, por muy absoluta que sea una mayoría democrática, siempre habrá otra mayoría (o minoría) con unas ideas opuestas que defender, con unos argumentos propios, igual que los tuyos, con unas ideas propias, tan respetables como las tuyas, y que todo el mundo debería escuchar, igual que las tuyas. Y parece una gilipollez, pero esto te ha relajado bastante en tu lucha interna de si eres o no una buena persona, concepto que venías cuantificando erróneamente en función de estas fruslerías políticas que nunca te llevarán a ningún lado si su defensa implica en algún caso el uso de la violencia o fomenta el odio entre cualquier par o grupo de personas, por grande o pequeño que sea, y has decidido, terminantemente, alejarte de una guerra que no es tuya (ni debería ser de nadie) y empezar a pensar en ti mismo en cooperación con los demás, siempre cooperación, siempre concordia, siempre ayuda mutua, siempre la comprensión por encima del rechazo; ya sea a nivel personal o profesional, a nivel amoroso o a nivel amistoso, o político...  da igual. Simplemente has decidido que es conveniente conservar unos principios básicos de respeto y convivencia por encima de cualquier diferencia ideológica, étnica o simplemente de pensamiento; ya que el pensamiento que tienes no te pertenece a ti por completo, sino que ha sido modelado por una serie de factores que te han llevado a pensar de la manera en que piensas, y no de otra, debido a tus experiencias del pasado, a tu aprendizaje sobre esas experiencias y a tu nivel de reacción ante ese aprendizaje, cosa que habría sido distinta simplemente con que hubieran cambiado un par de esos de tus factores, como el lugar de nacimiento, el año, la gente que te ha rodeado, etc...  y por eso no puedes asegurar que tu pensamiento sea propiedad exclusivamente tuya.
Volviendo a lo de antes, has vuelto a recuperar tus amores platónicos, la pasión por la lectura, has vuelto a descubrir esa magia de la navidad en las calles de Madrid que no podías ver cuando creías que eras demasiado mayor, has vuelto a recuperar la pasión por la pintura, por la vida, por aprovechar el tiempo, por demostrar las cosas de las que hablas...  hasta que alguien te vuelva a desanimar..  aunque ese alguien sueles ser tú mismo.

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