jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuando descubres de qué va el juego, el juego termina.

Siempre hay un juego. En todo, para todo. En el trabajo, en tu relación con tus amigos y con tu familia, en tu propio pensamiento sobre el futuro y el pasado, un juego que influye en tus decisiones y en tus conclusiones.
A veces es un juego aleatorio, consecuencia de las circunstancias, y otras veces es un juego provocado, creado de manera inteligente para conseguir unos objetivos, y en ese juego es probable que tú seas utilizado como medio para que quien ha creado el juego consiga sus propósitos. Eres utilizado. Y mientras desconozcas la existencia de dicho juego, su creador y su fin, seguirás siendo utilizado, víctima de que la casualidad haya sido sustituida por la causalidad, por los sucesos intencionados. Dejas de ser dueño de tu destino y de tus conclusiones y te conviertes en otro personaje más que el guionista ha utilizado para llevar su película al final deseado.
Y en eso reside tu responsabilidad, en descubrir el juego, en descubrir en qué estás participando involuntariamente y darte cuenta de que están jugando contigo. Entonces es cuando se acaba el juego, porque decidas lo que decidas, ya serás más responsable que cuando no sabías nada. Si decides hacerlo saber y dejar de participar, habrás destruido el juego y habrás dejado de ser una ficha sobre el tablero; si decides no decir nada, también puedes ser tú el que aproveche el juego existente para crear las variables que desees, de forma que utilices un juego creado anteriormente para realizar el tuyo propio, con tus objetivos, tus fichas, tus víctimas y tus herramientas, algo que puedes hacer como castigo o traición contra quien te ha utilizado de forma cruel y poco ética.
Claro que la aclaración siguiente sobre lo que acabo de escribir es muy importante:
El hecho de manipular un juego ya existente para castigar a quien ha estado jugando contigo es algo generalmente justo, y además te sentaría muy bien, porque es una forma de venganza, y ahí está lo negativo.
La venganza es algo muy peligroso y apetitoso para alguien que ha sufrido y ha encontrado un culpable, pero en ese caso sería el vengador el que estaría cometiendo una incorrección ética mayor que el primer infractor, el creador del primer juego, y serías más culpable tú por vengarte que el otro por jugar contigo.
¿Y por qué?
Pues por la sencilla razón de que el otro, cuando ha decidido utilizarte en su juego, te ha utilizado para conseguir otro fin, pero el fin no era joderte a ti, sino utilizarte; es decir, te ha menospreciado, pero no intencionadamente. En cambio tú, cuando lleves a cabo tu venganza, lo harás precisamente con la intención de hacer daño y perjudicar a la otra persona, y eso te implica más culpabilidad que si simplemente menospreciaras su realidad utilizándola para conseguir un fin ajeno.
Por eso la venganza nunca suele ser la opción más ética, si es que te quieres seguir considerando una persona buena y justa de verdad.

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