domingo, 30 de enero de 2011

Curiosidad, voy a por ti

Estoy aquí, sentado frente a mi ordenador, a solas con la oscuridad. A veces me da por pensar que la noche fue diseñada especialmente para mí.
Que entre la desmotivación estudiantil que acaece últimamente y el silencio que vaga por la blogosfera en los últimos días, no me queda más remedio que escribir. ¿El qué? No lo sé; lo que sea, con tal de no dejar descansar el teclado.
Qué digo, si para lo último que estoy es para decir o escribir nada. Qué digo, si últimamente son más cosas las que tengo que callar que las que puedo decir (y las que no callo por obligación, las callo por capricho). Qué digo, si ya poco me importa en unos aspectos y demasiado me empieza a importar en otros. Qué digo, si cuando se trata de importancia, mandamos la relatividad a tomar por culo y cada uno ignora las cosas como mejor le conviene. Qué manifiesto, si cuando digo que quiero ser para siempre joven, la gente tiene la muerte tan asumida que ni si quiera se interesa por saber qué se siente al querer vivir para siempre, y si digo que quiero morir mañana, todos me animan recordándome lo triste y vacía que es la vida. Que hay quien permite lo que no se merece, y hay quien toca lo que no debe; que hay quien mira lo que no ha de ver, y hay quien ignora lo que enseña; que hay quien observa desde lejos y se preocupa, y hay quien se despreocupa y no observa; que hay quien escribe sin pensar, y hay quien piensa sin leer, mas buena cuenta me trae pensar lo que ando escribiendo, si no quiero acabar condenado a una sentencia de soledad durante el resto de mis días como penitencia por haber incumplido el primer mandamiento de las tablas de mi propia vida: No quieras conocer aquello que sabes que te puede herir...  y de ahí el curioso, puñetero y jodidamente cierto refrán: "La curiosidad mató al gato". Y en particular a este gato le quedan muchas batallas por vivir, así que mejor dejemos la curiosidad a un lado, que cuando algo importa de verdad, no hay curiosidad que valga si ésta lo pone en peligro.
Fue la curiosidad la que mató a todos tus gatos anteriores. A los de cada año, a los de cada dos años...  incluso al que siempre estuvo junto a ti, al verdadero, al que se suponía que nunca te iba a abandonar...  y también lo mató, lo mató la curiosidad.
Qué espero de la vida; que soy demasiado viejo para aguantar ciertas cosas, y demasiado joven para hartarme de nada; que soy demasiado bueno para seguir mi propio rumbo, y demasiado egoísta para dejarme arrastrar; qué espero ya, si todo sueño me parece mediocre, y los que me parecen altruístas, me los pintan imposibles. Quizá sea eso. Puede que me esté empezando a dar por perseguir esos sueños "imposibles", pero que a mí me gustan. Sí, eso es. Ahora me ha dado por echar a correr hacia donde nadie corre, hacia donde nadie mira. Perseguir lo que pocos han alcanzado, lo que pocos han conocido.
Eso es lo único que me mantiene a flote.
Prefiero arriesgar mis gatos y perseguir la curiosidad, que perderla y morir en vida, vivir soñando y no llegar nunca a mi destino, a la esperanza que me mueve, la de adivinar si soy realmente capaz de conseguir aquello que es importante para mí.

[texto inocente de un día nublado, no me hagáis caso].

1 comentario:

  1. Conseguir lo que nos importa consiste simplemente en tener la voluntad, y aunque puede parecer estupido es cierto. Y tienes toda la razón, buscar ser diferente, especial y único, encontrar aquello que nadie alcanza, eso si te hace sentir vivo de verdad.

    Preciosa entrada :D

    ResponderEliminar